lunes, 9 de diciembre de 2013

Sergio Sarmiento - Cómodo en Soho


El porvenir es un lugar cómodo para colocar los sueños".
Anatole France

El nació en España, hijo de colombiana y de un banquero estadounidense de larga residencia en México, y ha vivido en México, Brasil y Estados Unidos. Ella es mexicana y encantadora, a punto de tener una niña en Estados Unidos.

Felipe y Tamy se conocieron en México, se volvieron amigos en Miami y se casaron en Nueva York. Publicistas ambos, optaron por una vida en común en lo personal y en el competido negocio de los restaurantes de Nueva York.

Cómodo, en la calle Mcdougal del barrio de SoHo, resulta una sorpresa. El local es diminuto y de apariencia modesta. Para entrar tiene uno que luchar con una pesada cortina que impide la entrada del frío aire exterior. El lugar, sin embargo, se encuentra a reventar, con el barullo, las conversaciones a todo volumen y las explosiones de risa de un restaurante en el que uno se encuentra. bueno, cómodo.





Tamy Rofe es la hostess y atiende a los comensales. Felipe Donnelly reina jovial como chef en la pequeña y atiborrada cocina. Cómodo pretende ser un restaurante en el que te sientas tan a gusto como en tu propia casa, pero con una cocina elaborada con imaginación e influencias eclécticas que no tendrías en casa.

Puedes empezar con unas hamburguesitas de cordero servidas en pao de queijo (pan de queso) brasileño con salsa de chipotle. El vegetal de moda en Nueva York, el kale (col crespa o rizada), se presenta caliente con tentáculos de pulpo cocinados con un toque de mezcal. Los vegetarianos suelen comenzar con unas coliflores rostizadas en aioli de ají cubiertas con parmesano crujiente.

El plato principal puede ser una pasta con salsa boloñesa acentuada con chile poblano. O una picanha brasileña sobre arroz, farofa y verduras. O una pechuga de pato a las brasas con salsa de Coca-Cola mexicana (tiene que ser mexicana por el azúcar en lugar de la fructosa de la estadounidense) con puré de yuca y espárragos rostizados. O cochinita guisada con café a fuego lento servida con setas de cardo (trumpet mushrooms) y verduras. O callo de hacha rostizado con salsa de azafrán y risotto de calabaza con spaghetti.

Y ¿para postre? Bueno, puede ser un pastel brigadeiro de chocolate con crema de azafrán y pepitas. O un suspiro de mango con capas de crujiente de quinoa (un grano andino), ajonjolí y dátil, yogurt, dulce de leche y coulis de mango. O si la nostalgia prevalece, los churros azucarados para sopearse en una leche de chocolate realzada con clavo y nuez moscada.

¿Vinos? Una colección extraña de nombres poco conocidos. Yo tomé un Antiyal Kuyen del valle de Maipo con una afortunada fusión de Syrah y Cabernet Sauvignon y apenas un toque del Carmenere característico del vino chileno. Los dueños de Cómodo se precian de que cada vino en su carta tiene una historia personal y una razón especial para su inclusión.

Tamy y Felipe abrieron Cómodo apenas en julio de 2012. Su anterior trabajo como publicistas no los entusiasmaba. Felipe, en particular, estaba enamorado de la cocina. Empezaron organizando cenas para amigos y después para desconocidos, en lo que aquí se conoce como pop-up dinners y que no es otra cosa que restaurantes temporales e informales. Después de que el gobierno municipal les advirtió que dejaran de servir comida a desconocidos, empezaron a buscar un local. El que tienen cuenta con permiso sólo para vino y cerveza, pero no para bebidas alcohólicas.

Tamy y Felipe planean ya abrir su segundo restaurante, éste sí con bebidas alcohólicas, en Brooklyn en 2014. Si Felipe no se vuelve loco supervisando los dos lugares, es probable que el nuevo sea tan bueno o mejor que el actual. Habrá que ver, empero, si puede uno sentirse tan cómodo como en el Cómodo de SoHo.

SIN RENCORES

Todos los homenajes a Nelson Mandela subrayan su compromiso con un cambio pacífico y lo comparan con Gandhi. En realidad Mandela es ejemplo de cómo una persona que recurrió a la violencia para derrocar un régimen injusto pudo cambiar tras 27 años de cárcel para construir un régimen sin rencores.
 

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