sábado, 14 de junio de 2014

René Delgado - La botana

La sensatez recomienda decretar el apagón analógico y digital de cuanto televisor haya en la República a lo largo de los próximos 30 días.

Al diablo el soberbio de Luiz Inácio Lula da Silva, la complicada de Dilma Rousseff y la afición que sufre y goza, grita y llora ante 22 tipos corriendo detrás de un balón, en piyama de verano aunque se aproxime el invierno en Brasil. Es hora de asentar que México no es un país de idiotas -parafraseando al estadista en función de senador, David Penchyna- y de establecer que el Mundial es poca cosa frente al Momento Mexicano.








Incomparable un mes de abstinencia futbolera frente al paraíso que, de ser como se anuncia, supone la gloria eterna. Mejor educación, energía al precio de costo, reñida competencia económica, menor desigualdad social, dinero barato, seguridad pública blindada, haber de retiro universal y particular, envidiable salud, insuperable régimen electoral, internet para todos, impuestos justos y fáciles de pagar, empleo a escoger, felicidad de alta definición y filas y filas de inversionistas ante la ventanilla nacional. Bienvenidos los braceros del Norte de América, hay mucho que hacer, y los vamos a tratar bien.

En tal circunstancia, es necesaria una pequeñísima adenda al Pacto por México: el acuerdo del gobierno, los partidos y la afición de regresar, pese al triunfo de ayer, a Miguel Herrera y sus muchachos. Renunciar por voluntad propia a la Copa, opaca ante al brillo de las reformas estructurales coronadas por su reglamentación.

¡Viva México! ¡Muera el televisor! ¡Abajo el Mundial!


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Dicho sin engaño, apagar el televisor y renunciar al Mundial supone un pequeño sacrificio. Va el listado.

Uno. Durante la reglamentación de la reforma energética, ni quién cuestione si no habrá corrupción en la concesión al capital privado de la explotación petrolera. Nada de voltear al pasado ni de ponerse a escudriñar el presente.

Nadie preguntará por el hundimiento diferenciado de la Terminal 2 del aeropuerto ni quién es el responsable. Usuarios o no de la Línea Dorada del Metro aceptarán con agrado rematar rieles, durmientes y trenes, asfaltar la cama de las vías y echar a correr por ahí micros y peseras, sin mostrar curiosidad por saber de quién fue la puntada. Los cinéfilos abrirán el paraguas, sin mohín de por medio, bajo el techo de la Cineteca. Conductores de autos, camiones y autobuses celebrarán conocer la ciudad de Culiacán al atravesarla, en vez de utilizar el inaugurado y cerrado libramiento. Quienes circulen por la carretera México-Acapulco pagarán sin chistar al 100 por ciento el peaje, sin dudar si es autopista o no. En Coahuila, los padres de familia aceptarán que en el acta de nacimiento de sus hijos se fije cuánto deben por los caprichos de Rubén Moreira... Y, así, frente a cada obra o servicio que por negligencia política o corrupción mixta no funcione como debe.

Tal actitud favorecerá aprobar el reglamento de esa reforma.


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Dos. A los trabajos legislativos, la ciudadanía acudirá en forma ordenada, callada y obediente al Senado, y extenderá su aval al espléndido montaje del debate simulado. Muy superior al pobre espectáculo de la inauguración del Mundial. Ya quisiera Jennifer López ser senadora mexicana.

El público asistente, ciudadanía de tiempo completo -tanto la que quepa en la galería del salón de plenos como la que se agolpe en el arroyo del Paseo de la Reforma-, podrá exclamar, con júbilo mesurado, su asombro ante la memorización del guión parlamentario con que los Padres de la Patria, en pro y en contra, consagrarán la puesta en escena. Ojalá a algún senador se le ocurra debatir con las pestañas quemadas, de tanto leer dictámenes.

Ovación cerrada a la magistral elaboración de los dictámenes, sugiriendo que el senador David Penchyna debe dejar de serlo para convertirse en gobernador de Hidalgo, en agradecimiento de la República a su terruño. Lo quieran o no sus paisanos.


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Tres. Durante esos 30 días sin tele ni futbol, quienes se consideren de izquierda -sin importar de qué izquierda se consideren- se abstendrán de hablar de fracturas o huesos. Ninguno osará preguntar si Andrés Manuel López Obrador dividió a la izquierda y si el perredismo la subdividió. Prohibido hablar de partidos-partidos, cambios de camiseta, migración de bases y cuadros, de chuchos, águilas caídas ni de mesías.

A propósito, no estaría de más aprovechar la consulta popular sobre la reforma energética para que la nación defina cuál es la verdadera izquierda.


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Cuatro. Si bien habrá sacrificio, se podrá soñar... porque soñar no cuesta nada.

En tal condición se podrá agradecer a Don Gustavo Madero y su banda el canje de la reforma político-electoral por la energética y, de ser posible, mocharse con ellos. Habrá de manifestarse la ilusión de que ese gran mazacote legislativo perdurará cuando menos hasta mediados del año entrante aún si, llegado el caso, provoca conflictos pre-electorales, electorales y post-electorales.

Aplauso a los consejeros del Instituto Nacional de Electores, que, siendo producto de la política de cuotas, someterán a riguroso examen de admisión a sus delegados estatales. Esperando, desde luego, que no venga un movimiento de rechazados, en reclamo del pase automático.


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Cinco. Sin tele ni futbol, condición ineludible dar por bueno que -al ritmo de la economía- la violencia y los crímenes dolosos muestran una desaceleración pronunciada.

Ante la muy remota posibilidad de que, en esos días, se registrara una que otra ejecución, se descubriera alguna fosa por aquí o por allá o, por causalidad, alguien tuviera conocimiento de alguna balacera, secuestro o extorsión, se lamentará que las víctimas no se encuentren entre el 12 por ciento que marca la disminución en lo que va del año. No más.


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La sensatez recomienda apagar el televisor y apretar el paso rumbo al paraíso, el Momento México prolongado. Pero, como la sensatez no caracteriza a la política, venga la botana, el juego ya empezó, debátase sobre futbol, apruébese y aplíquese el reglamento.

¡Vivan las autodefensas, los medios volantes y los delanteros! Cuidado con el... ¡autogooool!


sobreaviso12@gmail.com


Leído en http://www.plazadearmas.com.mx/noticias/columnas/2014/06/14/sobreaviso_3493_1009.HTML

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