Cristina |
Mete los platos en el lavavajillas, los dos vasos y los cubiertos; en un par de días estará lleno y podrá ponerlo en marcha. Después, en el cuarto de baño, se lava cara; los años han pasado y las arrugas de su frente cada vez están más pronunciadas. Lo observa desde la puerta antes de apagar la luz; parece feliz, aunque es consciente de que no están pasando por su mejor momento. Se mete en la cama y acerca su cuerpo al suyo, tiritando. Acaricia su cabeza con cuidado, como si fuera a romperse; coge su mano y, muy despacio, le besa la mejilla izquierda.
"Cómo ha pasado el tiempo"-se repite mientras ordena algún recuerdo-. Traga saliva e intenta dormir, imaginando que él respira, convencida de que alguna mañana descubrirá que sólo ha tenido una amarga pesadilla.
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