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| Raymundo Riva Palacio |
La decisión del sucesor iba a ser cerrada, en el círculo íntimo, por lo que Ávila había abierto cartas. Una noche antes de la designación, le dijo a un amigo periodista: “Aún no estoy muerto”. Vaya que no lo estaba. Cuando la mañana del día siguiente le hablaron para decirle que Del Mazo sería el candidato y que Peña Nieto esperaba que entendiera la decisión, Ávila respondió: espero que también respeten mi decisión.
Esa frase críptica metió a Peña Nieto y a su equipo en una pesadilla de ocho horas. Ávila, que llevaba semanas platicando con Jesús Zambrano, líder nacional del PRD, iba a ser el candidato de la izquierda en el estado de México. Peña Nieto frenó sus deseos y en una decisión que aún se recuerda por fría y de enorme cálculo político, cambió la decisión y lo ungió como su sucesor. Ávila ganó la elección y ante la respetable opinión pública, todo pareció parte de la aplanadora.
Las cosas en la real politik mexiquense no son así. En los dos últimos meses Ávila se ha ido deshaciendo de algunos de los más cercanos colaboradores de Peña Nieto, quien lo ha registrado y ha reacomodado. Uno de ellos Alfredo Castillo, el removido ex procurador, que revivió esta semana en el equipo de transición del presidente electo. Ávila movió sus alfiles, y Peña Nieto respondió con su caballo, en este sutil ajedrez político con olor a chorizo.
SEGUNDO TIEMPO: Pues que siempre quiere la televisión abierta. Los cálculos han cambiado en las últimas semanas. Si ya se sabe que a más tardar el 30 de noviembre se abrirán las bases para licitar por concesiones para dos cadenas nacionales de televisión, o una nacional y varias regionales, Carlos Slim ya se apuntó.
El magnate al cual se le ha bloqueado todo el sexenio para acceder a la televisión y dar servicio de telefonía e internet en paquete, al tiempo que él ha bloqueado que a su gran rival, Emilio Azcárraga, le impida el gobierno que Televisa, que tiene pantallas, pueda dar telefonía e internet en paquete, decía hasta hace muy poco tiempo que la televisión abierta no estaba en su interés. Tenía razones objetivas, como la caída en la audiencia de televisión abierta en el mundo y el incremento de clientes en canales de pago.
Ahí tenía puesta la mira, y por esas razones entró en sociedad con Joaquín Vargas para que tuviera una salida, incipiente y modesta aún, a través de los canales de MVS y del sistema de televisión por satélite Dish. “Realmente no nos interesa algo tan chiquito”, confiaba uno de los suyos con un desprecio claro de la plataforma de Vargas, “pero estamos en espera de que se abran las concesiones”.
Así habían estado todo el sexenio, pero como admitió otro de sus cercanos, en los últimos mesesolieron que el presidente Felipe Calderón sí abriría la televisión antes de terminar su mandato. Olieron bien, pero se les descuadró el escenario. Su socio Vargas, que apesta en estos días y su imagen como empresario está bastante maltrecha, ya no les será de gran utilidad. La estrategia tuvo que cambiar. Ahora ya declaró públicamente su interés por la televisión abierta, a través de su yerno y vocero Arturo Elías, por lo cual, paso previo, compró una tercera parte de los equipos de futbol Pachuca —uno de los campeones más sólidos de la última década— y León.
Arrancará transmisiones del futbol por la vía de internet, que le dio muy buenos resultados durante los Panamericanos en Guadalajara —audiencias simultáneas hasta de un millón de usuarios—, y allana el camino para llevarlos por MVS y sembrar la semilla para la televisión abierta. Golpe maestro. El futbol es lo que da los grandes ingresos a las televisoras. Pregunten, a quien lo dude, a PRISA, el grupo español que edita El País, que desde que el gobierno de José Aznar le quitó la exclusividad de la transmisión del futbol, comenzó a caer como imperio mediático y hoy está, literalmente, a merced de las directrices financieras de un fondo de inversión estadounidense.
TERCER TIEMPO: Freno y reversa del amarillo. A todos sorprendió cuando Jesús Zambranodeclaró hace unas semanas que si el Tribunal Electoral no invalidaba la elección presidencial, habría un estallido social. La prensa se le fue encima y Zambrano aseguró que no dijo lo que dijo.
El líder del PRD había tomado una actitud de gran beligerancia al lado de Andrés Manuel López Obrador como una estrategia de radicalismo para evitar que los radicales lo aplastaran. Pero el acuerdo con el ex candidato presidencial era tajante: contigo, hasta el 6 de septiembre, fecha máxima para la calificación presidencial.
Ahora que ya se declaró a Enrique Peña Nieto como presidente electo, pues viene la remada para atrás. Este jueves declaró que los gobernadores perredistas, por razones de institucionalidad, trabajarían con el próximo presidente. O sea, a diferencia de hace seis años, ni lo calificarían de espurio, de ilegítimo, ni lo dejarían con la mano extendida o saldrían por la puerta de atrás para evitar la fotografía con él.
La vida institucional es lo que subrayó Zambrano, que hace semanas sugería la ruptura del orden constitucional. Pero así es la política, del zigzagueo retórico y el tragarse las palabras, sobre todo cuando la memoria histórica del mexicano tiene una duración —máxima estimada en forma acientífica— de 72 horas.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
Twitter: @rivapa
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