lunes, 3 de septiembre de 2012

Ricardo Alemán - Peña Nieto

Ricardo Alemán

Con idéntico título al de la entrega de hoy, en el Itinerario Político del 14 de enero de 2007 –hace más de 5 años–, diagnosticamos que, de acuerdo con “la estrella política” que entonces lo iluminaba, Enrique Peña Nieto –en ese tiempo gobernador mexiquense–, tenía todo “para hacer el milagro” de regresar al PRI al poder presidencial.

Y no, no se trató de una apuesta, tampoco de un pronóstico y menos de una revelación divina. No, la certeza de que Peña Nieto tenía todo para hacer posible el regreso del PRI al poder presidencial, surgió de un puntual  seguimiento de su meteórica carrera que ya entonces –en enero de 2007–, lo había convertido en mucho más que un fenómeno político. Peña despegaba como un fenómeno mediático, de comunicación y de contacto con las masas; fenómeno que el PRI no había tenido, luego de los casos de Salinas y Colosio.





Además, claro, de que en ese mismo inicio de 2007, la derecha y las izquierdas acusaban lastres que, a la vuelta de cinco años –en la presidencial de 2012--, terminaron en una escandalosa derrota cultural. El PAN y el PRD nacieron para echar al PRI del poder y hoy, casualmente, hicieron todo para que el PRI regresara al poder.  Y, en efecto, hoy Peña Nieto es el presidente electo de los mexicanos; en efecto, el PRI regresó a Los Pinos y, en poco más de 80 días, el mexiquense será presidente constitucional; victoria con la que el viejo partido tricolor manda de vuelta –a la banca de los opositores–, a la derecha partidista; al PAN.

Y al mismo tiempo, el viejo PRI derrotó por tercera ocasión –1988, 1994 y 2012–, a una izquierda mexicana que durante más de dos décadas se niega a ser moderna; reniega de las instituciones, de las leyes y que, acaso por esa fobia a la cultura democrática elemental, no termina de convencer a las mayorías.

EL GOBERNADOR

En enero de ese 2007, el gobierno del Estado de México vivía el luto de la tragedia. A la muerte de Mónica Pretellini –esposa de Peña–, siguió una impensable movilización del priismo en torno a Peña Nieto que, a su vez, confirmó el carisma y el contacto de mandatario mexiquense con la gente y con la clase política. El fenómeno Peña Nieto, por cierto, lo había llevado de modesto diputado local, a candidato al gobierno estatal en donde arrasó, luego de iniciar con una desventaja de más de 20 puntos. ¿Qué era ese fenómeno político, nacido apenas dos años antes? Así lo escribimos hace más de cinco años.

“Enrique Peña Nieto no es un viejo cacique al que decenas de políticos deban favor y carrera política. Tampoco es un líder bajo cuyo puño se hayan gestado lealtades reales o ficticias. Está lejos de ser un político de larga trayectoria cuyos periplos pudieran crear una extensa red de aliados o socios. Y menos tiene llenas las paredes de su casa con diplomas de relevantes cargos logrados a lo largo de su carrera. No, Peña Nieto es un político joven, priista de siempre, pero que hasta hace un par de años no pasaba de modesto diputado local.

“En efecto, Peña Nieto pertenece a las familias “custodias” del poder en el Estado de México, y su carrera política fue llevada de la mano por parientes como el exgobernador Arturo Montiel –uno de sus más activos promotores y que pudo haber sido su sepulturero–, pero fuera de esa relación y de que sorprendió a propios y extraños como candidato del PRI al gobierno del Estado de México, no se le conocen más méritos en la política. ¿Y si no es más que eso, de dónde salió la inusitada convocatoria en el sepelio de su esposa, que reunió a casi toda la clase política nacional; a lo más reputado del empresariado, la cultura, los medios y la iglesia católica? 

“Lo cierto es que para buena parte de la clase política, Peña Nieto parece ser el prototipo del político moderno, del nuevo siglo mexicano. Entre sectores del PRI, o de los muchos PRI que existen, se aproxima al ideal del político que en 2012 puede “hacer el milagro” de regresar al PRI a Los Pinos. ¿Por qué? Porque dicen que tiene imagen, carisma, cuenta con habilidades políticas y está preparado para el ejercicio del poder. Y, claro, porque tiene liderazgo entre el priismo.

“Para importantes sectores empresariales es el político que dejó atrás a las viejas generaciones del PRI, que se formó en una concepción moderna del ejercicio del poder y que entiende la importancia del mercado por sobre la ideología. Y para muchos otros; opositores, iglesias y buscadores de chamba, el mandatario mexiquense es –en tanto gobernador de la segunda entidad más poderosa del país–, el símbolo del poder. Peña Nieto, dicen muchos que están lejos de las cúpulas políticas y empresariales, “tiene futuro”. Y en los terrenos del poder las apuestas siempre están con el ganador.

“En el fondo, la tragedia que vive el gobierno mexiquense confirmó que en el Estado de México se gesta un fenómeno político sin antecedentes recientes y que podría significar no sólo el recambio generacional en la aventajada y cuestionable clase política del PRI, sino el regreso de ese partido al poder presidencial.

“Y, por supuesto que Peña Nieto sabe de la “estrella política” que lo acompaña. Y desde el inicio de su gestión trabaja para ello y destina importantes recursos políticos y económicos en esa empresa. Son conocidas sus alianzas con el duopolio televisivo, sus amarres político-económicos con influyentes grupos empresariales y un activismo que, según sus leales, lo llevará a convertirse en “el mejor gobernador del Estado de México”. Y claro, del tamaño de sus posibilidades futuras, será el tamaño de sus adversarios”.

EL PRESIDENTE

Ya con la constancia que lo acredita como presidente electo –y a poco más de 80 días que sea investido con la banda presidencial–, Peña Nieto se asume como eso, como un político moderno, que intentará llevar adelante un gobierno eficaz y de resultados, y en donde –según ha prometido–, todas las voces serán escuchadas.

Y, en efecto, no hay duda que Peña Nieto es un político moderno y carismático. Pero a partir de hoy el paradigma del mexiquense ha cambiado de manera radical. Hoy ya no es candidato, tampoco aspirante y menos tiene enfrente otros oponentes. Ya no es el político que debe mostrar la mejor imagen o hacer la mejor declaración. No, hoy Peña Nieto está obligado a dar lo mejor que tiene; a mostrar sus capacidades y a superar todo lo que el PRI ha significado en su larga historia.

Sin embargo, la realidad no parece y no es nada halagüeña. Sí, Peña Nieto es un político joven y será un presidente joven, pero nada garantiza que no quede atrapado en el viejo PRI; en la cultura autoritaria, nada democrática y represora de un partido que permeó todo y a todos. 

Al tiempo.

twitter: @Ricardo Aleman Mx |www.ricardoaleman.com.mx 

Leído en: http://www.periodicocorreo.com.mx/editoriales/54788-itinerario-politico-01-09-2012.html




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, sean civilizados.