miércoles, 24 de octubre de 2012

Alejandro Gertz Manero . El botín petrolero


MÉXICO, D.F.- Todos los días nos abruman las autoridades del país con su retórica sobre la “privatización” de Pemex o la “participación” de la iniciativa privada en las actividades petroleras del país, en un leguaje sibilino en el cual no se va a privatizar Pemex, pero sí se va a privatizar, para que finalmente sólo quede una gran confusión de la cual emerge otra necesidad supuestamente urgente e imperiosa que es la “reforma energética” del país, para que Petróleos Mexicanos deje de ser una empresa en quiebra, convirtiéndose en una entidad eficiente y productiva.
Como paradigma de esta confusión demagógica siempre se habla del ejemplo de Petrobras, la empresa brasileña que ha logrado una operación redituable con la participación del gobierno y los particulares.




Lo que nadie quiere decir es que Petrobras sólo paga a su gobierno el 15% de impuestos mientras que Pemex llega al 58%, casi cuatro veces más que su ideal brasileño, lo cual significa también que más del 36% de los ingresos del sector público y de todo el presupuesto nacional se obtienen de los impuestos petroleros, frente a lo cual uno debe preguntarse cómo se va a lograr reducir esa carga impositiva que quiebra a Pemex y de la que vivimos prácticamente todos los mexicanos. Si se recortara dicha aportación fiscal a lo que paga de impuestos Petrobras, al día siguiente no habría dinero para cubrir los sueldos de los burócratas, los subsidios a los alimentos, y la gasolina que viene del extranjero, más todo el derroche de la burocracia mexicana, que tendría que declararse en quiebra mientras el pueblo continuaría empobreciéndose aceleradamente.
También hay que tomar en cuenta que 75% de todas las reservas internacionales de México viene de los ingresos que proporciona Pemex por la venta de sus productos al extranjero y que si esos fondos no entraran a los activos del gobierno, nuestro crédito internacional se iría a pique.
En esas condiciones, no creo que exista trasnacional alguna ni inversionista de cualquier tipo que estuviera dispuesto a comprar una empresa quebrada, que tiene como función básica y primordial subsidiar las necesidades inmediatas y cotidianas de un país con más de 50 millones de pobres y con una burocracia insaciable e inepta que no tiene llenadero.
Se tiene que reconocer, además que Pemex cuenta con más de 150 mil empleados, lo cual significa el doble de los que ocupa Petrobras. Si cualquier persona visita los campos petroleros mexicanos, se encontrará también con que la inmensa mayoría de ellos están operados por empresas extranjeras con técnicos extranjeros, ya que sólo en 2008 las compañías privadas perforaron 540 pozos en el país, lo cual indica que la extracción de crudo y gas es mayoritariamente privada y extranjera; situación que se habrá de multiplicar de una manera exponencial a la hora que se expanda la explotación en aguas profundas, en razón de los costos de la tecnología y de los compromisos pactados con empresas extranjeras, que ya están operando y perforando con sus propios trabajadores.
En estas condiciones es ocioso y absurdo hablar de privatizar Pemex, creyendo que alguien va a adquirir una empresa que tiene que quebrar para sostener a un país; entonces, lo único que se pretende es entregar la perforación y extracción del crudo y gas a empresas extranjeras y prestanombres vernáculos, mientras se logra cambiar la ley para poder ceder a dichos extranjeros y a los favoritos de los políticos el verdadero botín, que se halla en la obtención de las franquicias que otorguen a sus beneficiarios el monopolio de la extracción petrolera en aguas profundas, usando el mismo modelo que se aplicó para entregar a tiburones y a prestanombres los bancos, la telefonía, los puertos y todo lo que significara botín productivo.
Frente a este panorama, a los mexicanos sólo nos quedará seguir pagando el gasolinazo mensual para beneficio de las refinerías extranjeras, mientras nuestros “próceres” se siguen negando a construir plantas de refinación en México y abandonan las existentes, para así proteger a la industria foránea, exprimiendo a Pemex.
Alejandro Gertz Manero

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