Con el tema de la reforma laboral, retardataria para este columnista que a diferencia de otros ha leído el texto completo, los legisladores priístas y panistas han iniciado un forcejeo –bastante más diríamos-, con buena dosis de chantaje. No importan los intereses colectivos sino los partidarios; tal es la manera de entender la democracia de la “nueva” clase política: esto es, ejerciéndola de manera facciosa para blindar a sus respectivas parcelas de poder, desdeñando cuanto signifique crear condiciones mejores para un gobierno que considere la pluralidad entre los mexicanos como un aliciente –esto es para tomar lo mejor de cada grupo-, y no como una especie de guerra fría entre quienes opinan diferente con saldos brutales contra la estabilidad nacional.
Por desgracia, las últimas administraciones federales -¿desde cuándo?, cabe preguntar-, han olvidado las tremendas desigualdades sociales que privan en un país estructuralmente inequitativo –con un puñado de multimillonarios y una sociedad depauperada y con escaso poder adquisitivo-, lo mismo que producir para generar riqueza verdadera y no especulativa, sobre el papel de unas reservas que ni siquiera se encuentran protegidas en territorio nacional sino en las bóvedas de los Estados Unidos. En caso de una riña diplomática, ¿cómo rescataríamos lo nuestro? Máxime ahora cuando la transición apunta a una continuidad de la derecha en el poder como ha exhibido el presidente electo, Enrique Peña Nieto, al privilegiar sus interrelaciones con las naciones gobernadas por conservadores ultras y desdeñando encuentros con los mandatarios de otras ideologías. El signo no es nada tranquilizante. ¿O acaso así lo ordenó la Casa Blanca para cerrar el círculo?
Recordamos que, en primer lugar, no hemos puesto en duda la victoria electoral de Peña –por más de tres millones de votos-, conociendo las claves del proceso y a pesar de la derrama desproporcionada de recursos. Son demasiados sufragios de diferencia para ponderar la posibilidad de un fraude de dimensiones hasta ahora inalcanzables, aun cuando estemos conscientes de los vicios suscitados –desde cada uno de los cuarteles partidistas-, y de la urgencia de legislar, sobre todo, respecto al manejo de las prerrogativas económicas destinadas al proselitismo, especialmente los fondos extraordinarios, obviamente ilegales, bajo sospecha de una procedencia ilícita e incluso criminal. Las vendettas posteriores a la jornada comicial revelan hasta donde puede haber conexiones entre un sector de la clase política y las mafias con mando territorial en buena parte del país. Es lamentable pero no puede negarse el hecho a la luz de cuanto ha sucedido recientemente.
De lo anterior se deriva, por ejemplo, la sucia guerra legislativa en la que el panismo derrotado insiste en llevar a cabo su plan desestabilizador sembrándole trampas al próximo gobierno y buscando exhibir a las bancadas del PRI como las responsables del “atorón” pasajero de la iniciativa presidencial sobre la reforma laboral, presentada por Peña Nieto, en Europa, como un hecho consumado lo que nos demuestra una peligrosísima triangulación: el panismo saliente, el equipo de Peña y los líderes camarales del PRI que parecen dispuestos a compartir la gloria del retorno de su partido a Los Pinos a cambio de convertir en rehén al mandatario electo en la fase final de la transición inevitable; para colmo, las indefiniciones de Peña, acorralado por el momento, tienden a fortalecer a los coordinadores del Senado y la Cámara baja, ya en funciones, en el propósito de vulnerar la figura presidencial en cierne. Falta saber cómo actuará Peña a partir del primero de diciembre.
Por desgracia, el mexiquense, durante sus periplos recientes, parece ser un seguidor fehaciente del repudiado Felipe Calderón. Por ejemplo: en Galicia, avaló la compra, conocida a trasmano, de dos enormes “hoteles flotantes” que PEMEX realizó mediando contrato con los astilleros de Vigo, en donde tienen raíces y el origen de sus negocios las familias Mouriño y Vázquez Raña, dos de los apellidos más caracterizados como prestanombres en la historia moderna del país. Recuérdese que cuando fue designado Juan Camilo Mouriño, hijo de Carlos el gran potentado, secretario de Gobernación, los diarios españoles dieron por hecho que ocuparía la “vicepresidencia” un coterráneo suyo con indiscutibles posibilidades de convertirse en presidente de México. La reconquista se consumaría entonces para cu8mplir un viejo sueño de los guerreros de Cortés: ocupar el trono de Moctezuma e imponer con ello condiciones a sus lacayos de allende el mar. No es mala voluntad contra nadie sino simple recuento de hechos.
Quizá por ello no se investigó, a conciencia, el “accidente” que tiró por la borda tales planes el 4 de noviembre de 2008. Recuérdese que estaban en juego los intereses de la multinacional española del petróleo, Repsol, en tratos con PEMEX para que ésta adquiriera el treinta por ciento de las acciones, previniendo el futuro. Pero el colapso de la aeronave de Mouriño, modificó la estrategia y pudo entonces el señor Calderón negociar, liberado de las presiones, con la estadounidense Shell y concluir con ello los pasos para la reforma energética que, de hecho, tiende hacia una hipoteca del subsuelo de México bajo el ardid de que es necesario terminar con los monopolios olvidándose de los negros antecedentes que obligaron a la expropiación de 1936 y que no han sido superados porque siguen siendo un filón las reservas y yacimientos del crudo mexicano, específicamente en los llamados “hoyos de la Dona” cuyo peritaje tan bien conocía José Ángel Conchello, uno de los panistas preclaros y víctima de un extraño “accidente” de carretera a unos cuantos metros de la caseta de cobro de Tepoztlán, con rumbo a Querétaro. No hay coincidencias, repito, sino hechos incontrovertibles. Así se silenció a la voz más incómoda sobre el particular.
De todo lo anterior se desprende que los legisladores, con más colmillos que los elefantes en estas suertes –sobre todo el diputado Manlio Fabio Beltrones y el senador Emilio Gamboa Patrón, de largo historial en menesteres parlamentarios desde hace más de treinta años-, riñan entre sí, es decir con panistas como Ernesto Cordero Arroyo y Luis Alberto Villarreal García, dispuestos a ser contrapesos del poder anulando al Ejecutivo, esto es como una especie de vendetta por cuanto sufrieron los mandatarios panistas a lo largo de doce años... por no tener ninguna capacidad de interlocución. Lo demás devino de la soberbia, el chantaje y la inquina política.
Tal es el berenjenal que deberá atravesar Peña, bisoño en la materia y por ende susceptible de ser manipulado por sus altos consejeros, antes de asumir la Presidencia con bastantes menos repulsión que la manifestada en 2006 contra Calderón muy a pesar del desconocimiento de sendos personajes por parte del lópezobradorismo cerrado. Para fortuna del presidente electo, la dirigencia del PRD no parece dispuesta a hacerle el juego al belicoso tabasqueño quien ya se puso, de nuevo, en marcha acaso esperando una tercera oportunidad a costa, si es necesario, de incendiar a la República, algo que ni siquiera se le cruzaba por el pensamiento cuando inicio su andar, hace doce años, hacia la Primera Magistratura. Las derrotas, la ausencia de autocrítica, las sospechas de fraude y la dureza del establishment parecen haber erosionado las antiguas virtudes del icono de la izquierda. Y esto es también de enorme gravedad.
El caso es que México sufre de varias guerras intestinas; y no sólo contra la mafia del narcotráfico sino entre la ponzoñosa clase política que a veces parece peor a la delincuencia organizada.
Debate
Estamos, de nuevo, empantanados por la política. Es falso, desde siempre, que el voto autorice a los recipiendarios del mismo a actuar siempre de manera unilateral. No es así. La democracia exige, por principio de cuentas, ser afín al mandato popular, no ir en contra de los intereses colectivos simulando, sólo eso, que se les “interpreta” correctamente. El discurso sobre ello lo inició Salinas y lo continuó Zedillo quienes hablaron que es menester sacrificar la “popularidad” de circunstancias en aras de medidas que transformen, para bien, al país. A la distancia, ¿lo hemos logrado o estamos peor? Cada quien puede tener, al respecto, su propio análisis.
Me preocupan los periplos del presidente electo por el mundo, selectivos a favor de los gobiernos conservadores y marginando a otras ideologías que también forman parte de la realidad continental nos gusten o no. Tal es la sabiduría de la “Doctrina Estrada” –parece que el único que la recuerda continuamente es este columnista-, a favor de la autodeterminación de los pueblos que implica, claro, el reconocimiento al derecho de los mismos a tomar la ruta para ellos más conveniente y a darse los gobiernos que elijan. Yo no entiendo la reelección de Chávez, en Venezuela, por cuanto a mi animosidad contra quienes se perpetúan en el poder, pero si el dirigente de la oposición asumió como válidos los comicios, ¿tenemos derecho a interferir en la voluntad de aquel colectivo? Ni siquiera en el caso contrario, salvo si el consenso, digamos de las Naciones Unidas, considera urgente desconocer a un mandatario por sus atrocidades.
Comenzamos con alejarnos de Cuba, gracias a los desplantes de Fox, que significaba, más allá de cuanto nos parezca la larga autocracia de los Castro, un auténtico muro contra los intentos ingerentistas de la gran potencia del norte. Y seguimos en la línea bajo lineamientos que ya no son soberanos. En esto radica, sin duda alguna, nuestro mayor mal entre tantas hipocresías y demagógicas poses. La encrucijada nunca ha sido tan tremenda en la hora de una inminente transmisión del Ejecutivo federal. ¿Estará conciente de ello el presidente electo?
La Anécdota
En cada nación visitada, Peña Niego ha dejado una promesa: la estabilidad financiera de México –por cuanto a sus reservas históricas y no por el nivel de satisfactores de la mayoría de los mexicanos-, es garante de que podemos asumir el reto... de subsidiar a los ricos. Con otras palabras lo dejó claro en España cuando subrayó la disposición del futuro gobierno de México de auxiliar a su derechista presidente, Martiano Rajoy, en el crucigrama armado en busca del “rescate” financiero.
Por allí he escuchado:
--Sólo falta que a la Reina Isabel II de Inglaterra le haya ofrecido ayuda para sus penurias monetarias a costa de reducir los proyectos sociales en México.
No estamos para dar, sino para diversificar inversiones y hacerlas productivas. NO integramos el nivel de las naciones ricas sino el de las dependientes. No perdamos la visión de las cosas.
E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com.mx
MÉXICO SERÁ MÁS GRANDE CUANDO SUS GOBERNANTES SEPAN CÓMO CONDUCIRLO. MIENTRAS ESTEMOS EN MANOS DE QUIENES TIENEN AHORA, DESDE FUERA, LAS RECTORÍAS SOCIALES, ECONÓMICAS Y POLÍTICAS, LA HISTORIA Y NUESTRA IDIOSINCRASIA SERÁN VALORES MENORES ANTE LOS INTERESES DE LOS PODEROSOS. ¿Y LOS DEMÁS?¿LES DEJAMOS EL CAMINO ABIERTO A COSTA DE NUESTRO SILENCIO Y POSTRACIÓN?
Leído en: http://www.vanguardia.com.mx/lasvanasdisputasmexicoempantanadoelperiplodepena-1398773-columna.html
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