lunes, 8 de octubre de 2012

Ricardo Alemán - Divorcios políticos

Ricardo Alemán
Lo cinco meses de la transición presidencial mexicana –del 1 julio al 1 de diciembre– suelen ser los más complejos para buena parte de la clase política. ¿Por qué?

Elemental: porque son los meses en los que se ponen a prueba no sólo la lealtad y fidelidad políticas, sino porque todos los partidos viven en una suerte de “limbo político”. Y es que no acaba de terminar por irse el gobierno que termina –el de Calderón–, y no acaba de llegar el nuevo gobierno –el de Peña Nieto–, que estará en el poder durante los próximos seis años.




Por lo pronto, durante los cinco largos meses del “limbo político” en que se ha convertido la transición presidencial, están a la orden del día las traiciones, la infidelidad y, por supuesto, los divorcios políticos, algunos de ellos impensables y otros insólitos.

Y el divorcio más notorio –y de mayor impacto en la vida política nacional– es el del gobierno de Felipe Calderón y su partido, el PAN. Y es que contra lo que muchos creen, suponen o imaginan, la derrota electoral que sufrió el PAN –el pasado 1 de julio, al perder el poder presidencial– no sólo desató una feroz pelea por el control de lo que queda del partido azul –que es la única fuente de poder real en manos de los azules–, sino que dejó al gobierno de Felipe Calderón en condiciones de debilidad extrema.

Por eso, no resulta exagerado decir que –hoy por hoy– el presidente de Acción Nacional, Gustavo Madero, es más poderoso que el mismísimo Felipe Calderón. ¿Y por qué razón se produce esa suerte de transferencia del poder, en el caso del PAN? La explicación es elemental.

Porque el gobierno de Calderón vive las últimas semanas de su inevitable agonía. Es decir que termina el ciclo de poder de Felipe Calderón y, por tanto, el presidente saliente no sólo va perdiendo fuerza, capacidad de convocatoria, sino toda su influencia para emprender, cambiar y/o modificar la realidad política, económica y social.

De esa manera, al tiempo que muere el gobierno de Calderón, el PAN emerge como fuerza política real, ya que el presidente del partido azul es, al mismo tiempo, el jefe de los diputados y los senadores del PAN. Y resulta que en momentos como los actuales –en que el centro del poder se ha desplazado al Congreso ante la ausencia de un presidente real y con capacidad de decisión–, el PAN juega un papel determinante en el Congreso, al establecer una innegable alianza con el PRI.

De esa manera, a los ojos de todos se ha producido el divorcio entre el gobierno de Calderón y el PAN; una separación que daña severamente a las instituciones del Estado, ya que durante cinco meses esas mismas instituciones están paralizadas.

Otro divorcio también producto de los tiempos –del limbo político– es el que quedó al descubierto con el crimen de Eduardo Moreira, hijo del ex gobernador y ex presidente del PRI, Humberto Moreira, y sobrino de Rubén Moreira, gobernador en funciones. Todos saben que Humberto hizo todo para heredar el poder estatal de Coahuila a su hermano Rubén, quien hoy es el Mandatario estatal.

Sin embargo, las circunstancias político-electorales convirtieron a Humberto en una suerte de “perro del mal” –a causa del escándalo por el endeudamiento estatal en su gestión–, por lo que Rubén “pintó su raya” para deslindarse y para contar con mayores márgenes de gestión. Pero el divorcio fue evidente cuando la viuda del asesinado Eduardo Moreira hizo público el pelito familiar en redes sociales. El divorcio, incluso, augura guerra.

Un divorcio que ya fue anunciado pero que tarde o temprano terminará como “La Guerra de los Roses”, es el de Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard. ¿Por qué terminará en guerra? Porque tanto Andrés como Marcelo ya disputan la clientela de la llamada izquierda para su proyecto presidencial rumbo a 2018.

De hecho, ya hemos presenciado los primeros escarceos de esa guerra. ¿Y cuáles son esos escarceos? El primero es la pelea por la Universidad Autónoma del DF, en donde AMLO y Marcelo pelean por el control. El segundo es la división de las izquierdas en el Congreso, en donde todos vimos la manera en que se partió el PRD y la forma en que AMLO intentó apoderarse del control en San Lázaro.

Y el tercero, cuarto, quinto… los veremos cuando AMLO inicie el robo de dirigentes y militantes estatales del PRD para darle vida a su Morena. Y que nadie se sorprenda, vivimos tiempos de traiciones, infidelidades y divorcios.

EN EL CAMINO

¿Cuándo han visto que legisladores del PAN coman lumbre? Habrá reforma laboral, a pesar de los gritos y los sombrerazos. Al tiempo.

Leído en: http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/divorcios-politicos

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