Empecemos con una afirmación: Rubén Moreira no renunciará.
La familia va a cerrar filas e intentará fortalecer al Gobernador de Coahuila, y lo mismo harán los más cercanos colaboradores y amigos. Moreira resistirá la presión social porque simplemente así le conviene al clan. Esperará a que las aguas se calmen; hará los sacrificios que se tengan que hacer. Si es necesario pedirle la renuncia al alcalde de Ciudad Acuña, lo hará. Pondrá a disposición de las autoridades federales la cabeza de quien se requiera. Pero él no renunciará. Por más que la viuda de José Eduardo lo pida.
Por el contrario, los Moreira tratarán de afianzarse aún más en el estado. Lo primero que harán, es distraer las culpas. Ya lo hizo Humberto Moreira: en la primera oportunidad afirmó que su hijo era “una víctima más” de la guerra de Felipe Calderón Hinojosa. Es decir: no es que Coahuila esté mal gobernada, ni que la corrupción haya convertido al estado en uno de los más inseguros de México (y quizás del mundo), no señor. Es la estúpida guerra de Calderón. ¿Qué más da culparlo? Está a unos cuantos días de retomar su vida civil; por más que manotee, ya no hace tanto ruido. Coahuila sufre por culpa de Calderón, dirá el gobierno del Estado. Ya lo verá. La culpa la tiene la estrategia de seguridad equivocada.
Sí hay algo de razón en el argumento. Sí, Calderón recibió un país inseguro y entrega una nación desangrada, en guerra. Pero los Moreira tienen su parte en la culpa. Coahuila está por cumplir una década en manos de ellos; lo bien o lo mal que esté la entidad, está directamente vinculado al desempeño de los hermanos Rubén y Humberto. No hay manera de evadir esa responsabilidad. Una década al frente de Coahuila. Pero, además, una década prometiendo seguridad y progreso.
Ni nos hagamos guajes.
Durante años y años, y los saltillenses lo saben bien, la presencia de “los de la última letra” (como le llaman localmente a Los Zetas) fue abierta y descarada.
Durante años, y los coahuilenses lo conocen, los criminales tuvieron mesas apartadas en restaurantes y bares del estado “sólo por si llegaran a necesitarlas”.
Durante años y años, Ciudad Acuña fue la capital de la heroína.
Durante años se decía que los jefes del narco habitaban en la región (en ranchos y en ciudades como Saltillo o Frontera) sin que NADIE, ni Humberto ni Rubén, los molestara.
Durante años se creó una falsa burbuja de seguridad en el estado, pero porque se toleraba a los delincuentes vivir tranquilos.
Y pues la burbuja ha estallado. Y sí, gracias en parte a Calderón. Pero de que los Moreira tienen otra parte de la culpa, la tienen.
Lo más normal, casi en cualquier democracia, es que Rubén Moreira renunciara. Ni siquiera le ha cumplido a su propia familia; ni siquiera a los más cercamos pudo proteger. Pues lo natural, digamos, habría sido que renunciara y diera paso a un nuevo gobierno. No lo va a hacer. No se va a ir.
Y para quedarse, pataleará duro, ya lo verán. Pero de que no se va, no se va.
O, hagan sus apuestas…
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