Sergio Aguayo Quezada |
Las izquierdas se encuentran en ebullición porque están, finalmente, confrontando errores y lastres.
La izquierda es notable por el fervor con el cual se autocritica. En las últimas décadas han producido miles de desplegados y pronunciamientos que incluyen diagnósticos certeros sobre sus carencias. Por ellos sabemos que viven contracturados por liderazgos carismáticos e instituciones ineficientes, que se han ido alejando de su base social y que perseveran en su legendaria impuntualidad. Los desahogos conceptuales no desembocan en correcciones de fondo.
Esta vez podría ser diferente gracias a Andrés Manuel López Obrador y a su Movimiento de Renovación Nacional (Morena). En una reveladora conversación con Roberto Zamarripa ("Enfoque", Reforma, 23 de septiembre de 2012) AMLO se olvida de la república amorosa para lanzarse contra la mafia de los "treinta mandones" que se "creen dueños de México". No descalifica abiertamente al PRD, al PT y al Movimiento Ciudadano; lo hace implícitamente al elogiar con entusiasmo a Morena, la "organización social, política, más importante de este país" que será el ariete para "cambiar al régimen". Apalancándose en la "ética", Morena exorcizará al "influyentismo, el amiguismo, el nepotismo, el sectarismo".
El planteamiento de Andrés Manuel es inacabado, endeble y refrescante. Inacabado porque nunca aclara cómo blindará a sus candidatos de la corrupción sistémica que rodea a las elecciones. Endeble porque jamás aborda la dependencia que Morena tiene del líder carismático. Refrescante, respetable y necesario porque la izquierda y nuestro país se ahogan en la corrupción.
Como si se hubieran puesto de acuerdo, el mismo domingo salió publicada una entrevista a Marcelo Ebrard en El País (23 de septiembre). El todavía Jefe de Gobierno capitalino comenta sin ambages al corresponsal Luis Prados la contradicción principal: "Morena es el partido de una sola persona". En lugar de descalificar a López Obrador opta por las reglas del juego limpio y agradece la "competencia" de Morena. Su presencia, dice, será el aliciente para la refundación del PRD sobre la cual se construirá una especie de Frente Amplio a la uruguaya que hará competitiva su candidatura en 2018.
Al PRD le urge un reajuste. En sus 23 años de existencia se ha quedado muy atrás del Partido de Trabajadores de Brasil (fundado en 1980) que resolvió bien la tensión entre liderazgo carismático e institución y supo, con la eficiencia de los gobiernos locales, pavimentar su camino hacia la Presidencia. Marcelo propone una cirugía mayor a su partido acicateado desde dentro por las tribus, desde la izquierda por Morena y desde la derecha por el PAN y el PRI. Una frase sintetiza el planteamiento de Marcelo: "Hay que construir una izquierda para gobernar, no para protestar".
Los gobernadores perredistas de Guerrero y Morelos, Ángel Rivero Aceves y Graco Ramírez, andan entusiasmados con un "corredor amarillo" que incluiría al DF, Guerrero, Morelos, Oaxaca y Tabasco. Tiene sentido el esfuerzo por armonizar políticas pero, ¿cómo resolverán las disparidades entre entidades?
El PRD ha tenido éxito en el DF pero ha fracasado en Baja California Sur, Michoacán y Zacatecas. ¿Por qué? Sostengo que la diferencia fundamental está en la consistencia del tejido social. Con todas sus deficiencias la capital tiene una sociedad mejor informada y participativa (además de ser irritantemente criticona). Unas cifras marcan la diferencia. Según la Encuesta Nacional de Valores sobre lo que nos Une y Divide a los Mexicanos (Banamex, Fundación Este País, 2010) 40 por ciento de la población mexicana tiene "mucha confianza en la Televisión". Las variaciones entre entidades son notables. En el Estado de México 26.91 por ciento confía en las televisoras, mientras que en el Distrito Federal es un magro 4.55 por ciento.
Los partidos de izquierda han hecho un esfuerzo por gobernar la capital escuchando y atendiendo a la sociedad. Reconociéndolo, hay déficits importantes en la honestidad y la eficacia de delegaciones y algunas dependencias del Gobierno central y uno de los indicadores es el urbanismo salvaje. En entrevista con La Jornada (24 de septiembre) Miguel Ángel Mancera reconoce la corrupción y añade que, o la combaten ellos, o "va a venir alguien más a hacerlo".
Inicia la batalla por conquistar el corazón y las prerrogativas y posiciones de la izquierda. El enfrentamiento puede ser destructivo, virtuoso o aburridamente irrelevante. Estará en juego el peso y papel de los liderazgos carismáticos, de la cultura organizativa y de la forma en cómo se relacionarán con la sociedad organizada, que podría jugar un papel determinante. Entre el DF y otras entidades, ¿qué forma de hacer política tendrá más peso?, ¿logrará el carisma por resultados equilibrar el liderazgo popular?
Hay una certidumbre: ante el regreso del PRI y los poderes fácticos a la izquierda sólo le queda refundarse si quiere sobrevivir y reformar al país.
Comentarios: www.sergioaguayo.org;
Twitter: @sergioaguayo;
Facebook: SergioAguayoQuezada
Colaboró Paulina Arriaga Carrasco
Leído en: http://www.noroeste.com.mx/opinion.php?id_seccion=104
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, sean civilizados.