lunes, 29 de julio de 2013

Denise Dresser - Papel de baño

Antes sabíamos que Arturo Montiel era un corrupto; ahora sabemos que es un secuestrador. Antes sabíamos que era un pillo: ahora sabemos que es otro Góngora, sólo que peor. Alguien que pone al sistema judicial a su servicio cuando de un asunto de venganza personal se trata. Alguien que manipula jueces, presiona a autoridades, desconoce tratados internacionales, y retiene a sus tres hijos ilegalmente. Con la protección de Enrique Peña Nieto, con la complicidad de los tribunales, con la anuencia de la Cancillería, con el cobijo del Estado mexicano. Ese Estado que está violando la Convención de la Haya contra la Retención Ilegal de Menores. Ese Estado que usa un tratado internacional que suscribió como papel de baño.




Porque la Convención de la Haya existe precisamente para evitar lo que Montiel ha logrado conseguir: quedarse con sus hijos, arrebatándoselos a su madre cuando vinieron a México de vacaciones, aún cuando ella – Maude Versini – tenía la custodia en Francia. 

Porque la Convención de la Haya existe precisamente para que uno de los cónyuges no pueda apropiarse de los hijos, usando argucias legaloides, recurriendo a jueces comprados, apelando a la “autoridad central” – en este caso la Cancillería mexicana – para que se declare incompetente. Porque para evitar el secuestro, la Convención exige que el proceso de restitución de menores dure sólo 6 semanas. Maude Versini lleva casi dos años peleando y sin ver a sus hijos.

Esta aberración es posible gracias a que Montiel la acusó de “maltrato” aunque un tribunal francés, después de una larga investigación la declaró inocente. Gracias a que ella ganó dos juicios en el Estado de México – donde se ordenó el regreso inmediato de los menores a Francia — pero Montiel se amparó y ahora, otro juez ordena empezar el juicio desde cero. 

Gracias a que ése juez declaró que los “derechos” de Montiel fueron violados y que era necesario cancelar las dos primeras instancias que la madre había ganado. Gracias a que Montiel ha impedido el contacto de sus hijos con Maude Versini y que ellos, menores de edad, ya son víctimas del síndrome de “alienación parental”.  Gracias a que ninguna autoridad interviene como debería para permitir que Maude vea y abrace y acaricie y hable con sus hijos.

Y mientras tanto, la Comisión de Derechos Humanos le devuelve las cartas que ella envía, abiertas pero sin respuesta. Angélica Rivera, supuestamente tan preocupada por los derechos de los niños hace lo mismo. Norberto Rivera ni siquiera contesta. Enrique Peña Nieto guarda silencio. Puerta tras puerta es azotada en las narices de una madre que tiene a la justicia internacional de su lado. Justicia que México ignora. Que México no obedece. Que México sabotea. Basta con ver el historial de incumplimiento del país con la Convención de la Haya detallado en el “Report on Compliance with the Hague Convention on the Civil Aspects of International Child Abduction(http:/travel.state.gov/pdf/2010ComplianceReport.pdf).

Quien lidia con la Convención de la Haya es la llamada “autoridad central” de cada país, en este caso la Cancillería. Y de allí las preguntas: ¿Qué tiene que decir el Secretario de Relaciones Exteriores, José Antonio Meade sobre el caso Montiel-Versini y el incumplimiento de México con sus responsabilidades internacionales? ¿Qué tiene que decir María Cristina Oropeza Sevilla, Directora de Derecho de Familia de la Cancillería? ¿Qué tiene que decir Claudia Sierra, Subdirectora de Restitución a Menores de la misma institución? ¿Qué tienen que decir los jueces que le han otorgado amparo tras amparo a Arturo Montiel? ¿Qué tiene que decir Enrique Peña Nieto sobre el uso de la Convención de la Haya como papel higiénico, todo con tal de ayudar a su amigo y padrino político?

En cada columna que escribía, Germán Dehesa le preguntaba a Arturo Montiel cómo durmió. Pues sigue durmiendo bien porque hay un sistema político que lo arropa; un sistema judicial que le hace favores; un sistema de tratados internacionales del cual México se burla. Y sí, Maude Versini debe saber algo sobre el enriquecimiento ilícito y la podredumbre del poder que definen a su exesposo. Y sí, quizás en algún momento debería contar su versión del político mexiquense y cómo operaba. Pero mientras tanto hay un hecho condenable, irrefutable, indignante. No hay nada más cruel, ni más inhumano, ni más contra natura que quitarle sus hijos a una madre.


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