No están encapuchados, no emiten comunicados poéticos desde algún lugar de la selva o —para el caso— desde la Tierra Caliente michoacana; son los nuevos rebeldes, los nuevos insurrectos, los protagonistas de una historia de ley por propia mano ante el hartazgo por la inutilidad de distintos gobiernos.
Uno es conocido desde hace meses, se llama Hipólito Mora, y da entrevistas en persona y vía telefónica desde La Ruana, donde él y los suyos han proclamado un gobierno de facto. El otro llegó a los medios nacionales a finales de la semana pasada, mediante un video de 21 minutos. Se llama José Manuel Mireles Valverde, es médico y forma parte del Consejo Ciudadano de Tepalcatepec. Con los testimonios de Mora y de Mireles ya tenemos más detalles sobre el origen, articulado y nada espontáneo, del levantamiento de Michoacán.
Imposible regatear a estos ciudadanos su valentía. Imposible también no temer los peores escenarios ante esta acción de autodefensa. Se han levantado en armas. Se dice fácil, pero es la contradicción misma de todo acuerdo nacional. Se han organizado con lógica de “o ellos o nosotros”. ¿Y el Estado?
En entrevistas con Atando Cabos, con Milenio, con El País, con Reforma, por mencionar algunos medios, Hipólito había contado el hartazgo que les llevó a organizarse. Ahora, en el video donde Mireles Valverde es entrevistado, narra la fecha elegida, el 24 de febrero, el día de la bandera, para este levantamiento que fue menos contundente de lo que habían planeado, pues los criminales descubrieron a algunos insurrectos. Y cuenta la inspiración. Siguieron el ejemplo de la meseta purépecha, donde el médico Mireles recuerda que escuchó: “Si los del pueblo queremos defendernos, necesitamos hacerlo por nosotros mismos”. Y remata: “somos el noveno municipio que se levantó en armas, ya teníamos años viendo lo de los purépechas”. Tan simple como eso, tan peligroso como eso.
Desde Tepalcatepec, Mireles califica sobre el despliegue de fuerzas que desde hace dos meses hizo el gobierno federal en Michoacán: “Este teatro, porque no es operativo, no están atacando ni combatiendo a nadie, ni a nada. Llegan a un pueblo que ya teníamos limpio nosotros”. Critica que han alertado al Ejército sobre dónde están los criminales y que las fuerzas armadas nada hacen para detener a los Templarios. Sereno, desafía: “No vamos a permitir que esta gente (Los Templarios) regrese”. Para ello, recuerda, “tenemos las armas a la mano”.
La semana pasada el presidente Enrique Peña Nieto reconoció que hay parte de Michoacán que no está dentro del imperio de la ley. El primer mandatario dijo que “el operativo que se inició hace varias semanas tiene por propósito lograr una recuperación territorial de la zona donde hay debilitamiento de las autoridades locales”.
Curioso, de alguna manera Peña Nieto coincide con lo expresado por Felipe Calderón cuando se inició este nuevo operativo michoacano. En su cuenta de Twitter, el michoacano escribió el 19 de mayo que “no se solucionará inseguridad en Michoacán, mientras gobiernos locales sigan negándose a depurar policías y MPs, penetrados por el crimen”.
Un párrafo perdido de una nota del diario 24 Horas lo ponía en estos términos: al reseñar los ataques a la Policía Federal de la semana pasada, ese periódico reportaba el 24 de julio que “la policía estatal se mantuvo al margen de estos combates”. O lo que es lo mismo: el gobierno estatal no existe.
Michoacán no es libre ni soberano. Los criminales lo tienen secuestrado hace años. El 24 de febrero comenzó el levantamiento de Michoacán. Más nos vale reconocer lo evidente. Sólo una pronta justicia evitaría que siga esta desesperada, y peligrosa, insurrección. ¿Podrá?
salvador.camarena@razon.mx
Twitter: @salcamarena
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