viernes, 25 de octubre de 2013

José Cárdenas - Casi el paraíso… casi


Dentro de algunos años, cuando el polvo de todas estas discusiones se halla asentado —y hasta nosotros mismos no seamos sino otro polvo—, nuestros nietos se burlarán con ironía de los tiempos cuando construimos la leyenda del Instituto Federal Electoral.
El mito inicia cuando alentados por la desconfianza en los resultados electorales, algunos políticos necesitados de victoria decidieron cambiar todo el mecanismo electoral y crear un órgano ciudadanizado; es decir, apartidista; neutro, honesto, limpio, generoso, vigilante de la ley, probo, docto, sensato… y quien sabe cuántos adjetivos más.




Con un costo de estrépito, nos inventaron un instituto electoral cuya primera gran hazaña fue reconocer la victoria del candidato cuyo partido sacó al PRI de Los Pinos.
Pero a partir de ahí todo se corrompió. El Registro de Electores, capaz de fotografiar, tomar huellas dactilares y catalogar a millones y millones de ciudadanos, acabó vendiendo los datos de esos millones y millones de ciudadanos a una empresa de marketing en Estados Unidos.
Nuestra credencial para votar se convirtió en una mica para cambiar cheques y realizar cualquier cantidad de trámites. El IFE, en los hechos, sustituyó al registro nacional de población; la credencial, al CURP… y el Consejo del IFE se convirtió en una especie de Secretaría de Registro Poblacional.
Los consejeros “ciudadanos” resultaron una pandilla debuscachambas rápidamente premiados con cargos y prebendas por los partidos políticos, quienes se hicieron dueños del Consejo General y jugaron el juego de las cuotas… para mover las fichas a su antojo.
En dos décadas el IFE —al cual le brotaron institutitos en los estados—, se hundió en el desprestigio de dos elecciones cuestionadas hasta el extremo de recibir por parte del ingenio popular una nueva definición: IFE (Instituto Fraudulento Electoral).
Hoy ese instituto, cuyo consejo ha trabajado mucho, pero mocho, mermado, disminuido e incompleto, cuyos consejeros fueron expulsados en masa con todo y presidente, ya no le sirve a quienes primero se beneficiaron de él. El PAN exige desaparecerlo y crear en su lugar un centralista Instituto Nacional Electoral el cual, como Saturno, se devorará a sus hijitos, los institutitos.
¡Ah! Pero cómo elogiamos en su momento un institutociudadanizado cuyo origen “políticamente correcto”, nos iba a redimir de todos nuestros males.
Con el IFE ya éramos “casi el paraíso”… casi.
Penitenciaría: Todos somos Felipe Calderón. Nos guste o no nos guste, nadie se salva del Big Brother. No hace falta estar en la mira de Obama, tampoco ser rico, famoso o poderoso… Diario el Gran Hermano nos acompaña hasta el baño… no necesita órdenes judiciales para espiar. El ojo vigilante vive en la nube y desde ahí accede a nuestra intimidad. iCloud, Google, Yahoo o Facebook tienen copia de nuestras vidas. Por eso, Steve Jobs conocía nuestros deseos antes que nosotros. Como nunca, el más codiciado objeto del deseo está en la nube… vivimos en un mundo sin fronteras, sin reglas ni censura… pero también sin candado. Pregúntenle a Edward Snowden.
                @JoseCardenas1  
                josecardenas.com.mx



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