miércoles, 16 de octubre de 2013

Salvador García Soto - El desaire de Peña

La imagen de ayer, registrada en video, es más que clara y contundente: en el evento “Sumemos causas. Policías y ciudadanos”, el presidente Enrique Peña Nieto subió al estrado donde ya lo esperaban los otros invitados. Mientras el locutor anunciaba su presencia, Peña saludó uno a uno y de mano a quienes compartirían con él el presídium: el encuestador Roy Campos; la politóloga María Amparo Cassar; el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco… pero en seguida del mandatario chiapaneco estaba el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, que intentó estirar la mano para saludar a su jefe, el Presidente, pero éste, sin mirarlo siquiera, pasó de largo y saludó finalmente a María Elena Morera, la presidenta de Causa en Común.






El desaire a su secretario no pudo ser más evidente. El evento dio inicio y vinieron los discursos, todos sobre el tema de la participación ciudadana en la seguridad pública y el trabajo de las policías. El jefe del Ejecutivo fue el último en cerrar y con un brevísimo discurso resaltó las aportaciones de los ciudadanos organizados en la nueva estrategia de seguridad pública. Y para que no quedaran dudas, al despedirse, Peña Nieto repitió el acto de frialdad hacia Osorio Chong. Se despidió de mano de todos los del presídium y nuevamente se saltó al titular de Gobernación, como si no quisiera darle la mano ni verlo.

¿Qué fue lo que ocurrió para que en dos ocasiones, públicamente y a la vista de todos los presentes, el Presidente desairara de tal manera a su secretario de Gobernación? Por si fuera poco, el hecho quedó registrado en un video que ayer se difundió profusamente en las redes sociales y el internet con comentarios, interrogantes, especulaciones y hasta sarcasmos sobre el hecho evidente de que el responsable de la política interna fue ignorado en dos ocasiones por su jefe.

En la antigua era priista el saludo del presidente en un acto público era todo un ritual cargado de significados y mensajes ocultos en la semiótica propia del viejo régimen. Si el presidente saludaba de tal o cual manera a sus secretarios o a los invitados a un evento, el dato quedaba registrado en las crónicas periodísticas de la época. Si el saludo era efusivo y con abrazo y palmada aquel funcionario era favorecido y podría tratarse hasta de un presidenciable; si por el contrario el saludo era frío, algo andaba mal para el político en cuestión que podía y debía preocuparse. Y si no había saludo y en su lugar el presidente desairaba o ignoraba a un funcionario a la vista de todos, aquello podía ser una señal funesta para quién había causado la ira del inquilino de Los Pinos o había caído de su gracia.

¿Qué tanto persisten esos viejos códigos y mensajes cifrados en la era peñista y del autollamado “nuevo PRI”? Tal vez no sean necesariamente los mismos, pero en el lenguaje corporal, el de la comunicación no verbal, tan importante o más que lo que se dice, es lo que se no se dice, pero se hace a la vista de todos. Y lo que ayer hizo el presidente con su secretario de Gobernación tiene un claro mensaje kinésico que, a querer o no, se hizo público. ¿Hay algo detrás del desaire presidencial? Es pregunta.

NOTAS INDISCRETAS…Ya se encuentra en manos del presidente Peña Nieto el informe de los permisos municipales que se otorgaron para la construcción de varios fraccionamientos y ampliaciones de zonas de vivienda en Acapulco, a lo largo de los últimos 12 años, en las zonas que resultaron inundadas por las lluvias de la tormenta Manuel. Ayer el alcalde de Acapulco, Luis Walton, le entregó el expediente completo al presidente con los 97 permisos que están siendo investigados. Por lo pronto, algunos se deslindan. El ex alcalde Manuel Añorve afirma que él no tuvo nada que ver con el crecimiento irregular de esas zonas habitacionales y que durante sus dos gestiones como presidente municipal, la primera del 97 al 98 como interino y del 2008 al 2011 como alcalde constitucional, no se otorgaron permisos para construir casas sobre cauces de ríos o lagunas como las que investiga la Sedatu. “Yo autoricé alguna ampliación de casas que ya estaban construidas y hoteles y zonas comerciales en la zona Diamante, pero cuando yo llegué todas las zonas habitacionales ya estaban construidas”, afirma Añorve, quien se dice tranquilo y dispuesto a que se investigue su gestión. ¿Otros ex alcaldes dirán lo mismo?.. Se lanzan los dados. Escalera doble.


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