En un país donde las tiendas de autoservicio promocionan el pago a 18 meses sin intereses de la comida, algo raro está pasando. En un país donde los trabajadores no llegan a fin de mes porque su salario ha perdido un 80 por ciento del poder adquisitivo y sigue perdiendo mes con mes, algo está pasando. En un país donde vas al supermercado y cada día aumenta la canasta básica, algo está pasando. En un país donde cada mes la gasolina vale más, algo está pasando. En un país donde hay 53 millones de pobres de los cuales 27 millones son pobres alimenticios, algo está pasando. En un país donde la mitad de los salarios va dirigida al pago de tarjetas de crédito, algo está pasando…
Este es el país gobernado por Enrique Peña Nieto. Es el México en recesión del señor Luis Videgaray, Secretario de Hacienda, empeñado en una reforma que dirige al país al peor de los abismos. Mientras el señor Videgaray vive en su torre de marfil, el resto de los mexicanos padecemos los estragos de una crisis económica que se parece al preludio del error de diciembre de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo.
Hagamos recuento del pasado para revisar el presente inmediato, aunque todas las crisis financieras se parecen, particularmente porque uno las padece de igual forma en el bolsillo. La falta de liquidez se traduce en mayor endeudamiento y por supuesto más necesidades de todo tipo.
Por ejemplo, en este momento, la deuda promedio que los hogares mexicanos han contraído con la banca comercial es nada menos que de 1.07 billones de pesos en el primer semestre de 2013, es decir el 7% del valor del Producto Interno Bruto (PIB). Son datos oficiales del Banco de México que advierte en su más reciente informe esta deuda ha tocado proporciones dramáticas similares a la crisis de 1995.
Y claro, en un entorno de recesión económica como el actual, la desaceleración financiera produce particularmente que la gente tenga que sobrevivir utilizando tarjetas de crédito para compras de consumo. Anteriormente el uso de la banca tenía que ver con la financiación de la adquisición de bienes duraderos o inmuebles, pero eso ha cambiado. Los recientes datos son reveladores: 57.8 por ciento es deuda que las familias tienen con la banca por consumo y solo un 42. 2 por ciento por compra de vivienda.
Esto quiere decir, que los mexicanos utilizan una buena parte de su salario a pagar las tarjetas de crédito que además en México tienen intereses salvajes y cláusulas leoninas con permiso del gobierno. Durante el 2012, en promedio, cada hogar hizo pagos de tarjetas por ocho mil 23 pesos, en contraste con los seis mil 288 pesos que pagaron en 2010, según reveló la reciente Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH). Lo más sorprendente de esta encuesta es que revela que el grupo de hogares que pagaron tarjetas de crédito pertenecen a los sectores más pobres de la población.
Los indicadores de la actividad económica señalan que persiste el debilitamiento, según el el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), que con base en su Sistema de Indicadores Cíclicos, señala que el coincidente ha decrecido al menos nueve meses continuos hacia la baja, lo cual afianza la idea de que la economía está en recesión.
Quien no tiene dudas es el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) que en una actitud de urgencia bajó su pronóstico de crecimiento para 2013 de 2.7% a 1.5%, porque existe una recesión desde hace unos meses. Este instituto advirtió que la reforma hacendaria dificultaría la recuperación de la economía en 2014. Es decir, que las cosas pueden ir a peor.
El que no parece enterarse de nada, o al menos así nos lo quiere hacer creer, es el titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Luis Videgaray, quien ha rechazado de manera vehemente que la economía mexicana se encuentre en una etapa de recesión.
Seguramente el señor Videgaray tiene algunos años de no ir al súper. Me gustaría saber si conoce los precios de la canasta básica. Si sabe lo que cuesta un litro de gasolina, ese que su gobierno aumenta mes con mes; si paga hipoteca por su casa y padece el incremento perpetuo de intereses; si usa tarjetas de crédito y conoce las tasas criminales de intereses que los banqueros imponen ante la indefensión de los consumidores.
El señor Videgaray nos quiere hacer creer que México está económicamente muy bien, que incluso su economía sigue creciendo, que él está tomando las medidas inmediatas para provocar “acelerar” el crecimiento con rumbo al paquete anunciado para el 2014.
Videgaray es un Secretario de Hacienda que a veces parece saber muy poco de economía. Incluso ofrece una imagen de vivir en otro planeta, de pertenecer a otra realidad, de estar en el espacio. Resulta llamativo verlo absorto en sus pensamientos, haciendo declaraciones tan alejadas de la verdad.
Quiere convencernos de que con el paquete de las nefastas reformas impulsadas por Peña Nieto, la economía del país crecerá a pasos agigantados. Según él, esas reformas serán la panacea para generar la productividad necesaria.
Lo que no nos cuenta es que esa productividad generada en tres cuartas partes por las pequeñas y medianas empresas, no sucederá porque precisamente ese sector será severamente golpeado por las reformas de Peña Nieto.
Tampoco nos cuenta que esa productividad está en declive porque el número de desempleados en México subió a 2.6 millones de personas en el segundo trimestre del año, lo que representa el 5% de la Población Económicamente Activa (PEA) según datos del INEGI.
Tal vez, los mexicanos estemos a punto de conocer y padecer el “error Videgaray”. Por desgracia. Nada ha cambiado con el PRI en el poder.
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