sábado, 16 de noviembre de 2013

Félix Fuentes - ¡No nos vamos!

El movimiento de 1968 duró 71 días hasta la infausta matanza del 2 de octubre de ese año y jamás debe repetirse. Debido a ese suceso, al presidente Díaz Ordaz se le tachó de asesino y así pasó a la historia. La protesta magisterial actual cumple hoy 203 días y nadie quiere la represión de la misma, pero tampoco que el gobierno permita los agravios de tanto tiempo y la nación derive en la anarquía.

Ninguna culpa tiene la población capitalina del conflicto generado por profesores que los gobiernos del PRI y el PAN acostumbraron a privilegios excesivos y hoy los magnifican por la vía del chantaje. También rechazan la reforma educativa, ideada por el actual gobierno, sin ser concertada previamente.




Jamás en México sucedió un conflicto de esa naturaleza y de tanta duración. Analistas y población en general preguntan por qué son permitidos tantos desmanes, como los cercos a instituciones y los bloqueos al Aeropuerto Internacional y en las principales avenidas de la ciudad.

Causó enojo la arrogancia del jefe de Gobierno del D. F., Miguel Ángel Mancera, cuando dijo que impidió el arribo de los paristas al Periférico, sin causar derramamiento de sangre. ¿Acaso en la solución de problemas de ese orden ha de correr sangre?

Ése es el quid del asunto en cuestión. ¿Se ha temido el estallido de la violencia por desalojar a los maestros desde cuando iniciaron su plantón en el Zócalo, el 8 de mayo pasado? De ser así, estamos perdidos.

Eso explicaría, asimismo, porqué el gobierno de Mancera concertó con la CNTE su cambio del Zócalo al Monumento a la Revolución, a fin de que el presidente Peña Nieto diera el Grito del 15 de septiembre y los militares realizaran el desfile del día siguiente.

Se pensó entonces que fue la oportunidad para llevar a cabo el desalojo definitivo, pero no sucedió y los presuntos educadores cumplirán hoy 63 días en la Plaza de la República.

Más aún, faltó que Mancera se arrodillara el pasado fin de semana durante sus ruegos a la CNTE para liberar las calles circundantes del Monumento a la Revolución. Hecha la compactación de casas de campaña, en el gobierno capitalino hubo algarabía, como si Napoleón hubiera pasado por el Arco del Triunfo.

Lo anterior coincidió con las declaraciones de los secretarios de Gobernación y Educación, Miguel Ángel Osorio Chong y Emilio Chuayfett, respectivamente, de que no habrá retroceso en la reforma educativa.

Éste es otro aspecto, incomprensible, del problema. Si la reforma va a quedar, tal cual la aprobó el Congreso de la Unión, para que tanto diálogo en la Secretaría de Gobernación con el subsecretario Luis Miranda?

En uno de los acuerdos de los disidentes y Luis Miranda, leemos: “Los maestros conservarán los derechos adquiridos a lo largo de su carrera magisterial”. De esta manera, quienes durante meses de año por año realizan paros, plantones y dejan a la niñez en el abandono no pierden antigüedad y cobran salarios completos, bonos y otras prestaciones.

Lo dicho por Chuayffet de que quienes no trabajen durante tres días serán suspendidos, son palabras perdidas en el viento.

Otro de los acuerdos con Miranda: “Además de los maestros, las autoridades magisteriales también serán sometidas a procesos de evaluación”. O sea, han de tener igual trato el titular de la SEP o un director de zona que un ignorante sindicalizado, incapaz de enseñar a un niño.

De los diálogos en Gobernación salen fortalecidos los de la CNTE y no precisamente con las manos vacías. Luego gritan en el Monumento a la Revolución: “¡No nos vamos!”

Leído en http://www.enlagrilla.com/not_detalle.php?id_n=29035

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