sábado, 16 de noviembre de 2013

Jaime Sánchez Susarrey - El tiempo no perdona

La violencia y la inseguridad no se pueden desaparecer por decreto ni ocultar bajo la alfombra. Urgen resultados. La gente quiere empleos. La solución no es un Estado asistencialista
El Informe 2013 de Latinobarómetro, que mide el apoyo o desafección por los sistemas democráticos en América Latina, contiene una serie de datos muy interesantes sobre México.
Enumero:
1. En 2013 se registró en México un descenso de 12 puntos entre quienes apoyan la democracia respecto del promedio 1995-2013 (49 puntos). Esa caída fue la segunda más alta en América Latina.




2. En 2000, año de la alternancia, el apoyo a la democracia alcanzaba 44%. Dos años más tarde aumenta a 63%. Se mantiene alto durante el resto de la Presidencia de Vicente Fox, para terminar en 59% en 2005. Felipe Calderón inaugura su gobierno con 54% en 2006, baja rápidamente a 48% en 2007, y llega a un mínimo de 40% en 2011. En 2012 Peña Nieto gana la Presidencia y en 2013 la población que apoya la democracia desciende al 37 por ciento.
3. México es un país altamente ideologizado. Sólo 12 por ciento de la población no se ubica a la izquierda, centro o derecha. En Chile ese porcentaje alcanza el 38 por ciento.
4. En una escala del 0 (izquierda) al 10 (derecha) se pueden ubicar los siguientes rangos: 0-3 = izquierda, 4-6 = centro, 7-10 = derecha. Según ese barómetro, en México el 20 por ciento de la población se ubica a la izquierda, el 27 por ciento a la derecha y el 41 por ciento en el centro.
5. El periodo 1995-2013 registra que el 28 por ciento de la población considera la delincuencia como el mayor problema de México contra el 21 por ciento que está más preocupada por el desempleo.
6. En 2013 la escala de las preocupaciones en México es la siguiente: delincuencia/seguridad pública, 28 por ciento. Desocupación/desempleo, 21 por ciento. Economía/problemas económicos, 13 por ciento. Situación/problemas de la política, 9 por ciento. Corrupción, 6 por ciento. Pobreza, 3 por ciento. Problemas educativos, 3 por ciento. Violencia pandillas, 3 por ciento.
7. En 2013 el 55 por ciento de los mexicanos afirma haberse quedado sin dinero para comprar comida. Y el 52 por ciento considera que su ingreso no le alcanza y tiene dificultades, o grandes dificultades, para satisfacer sus necesidades.
8. En 2011 el 22 por ciento de la población consideraba que el país estaba progresando. En 2013 ese porcentaje pasó al 19 por ciento, es decir, se redujo en 3 puntos.
9. En 2013 el 58 por ciento de los mexicanos está de acuerdo, o muy de acuerdo, que la economía de mercado es el único sistema con que México puede convertirse en un país desarrollado.
10. Finalmente, el 53 por ciento de la población considera poco probable que el gobierno de México resuelva el principal problema del país en los próximos 5 años.
Los datos del Latinobarómetro provienen de encuestas que se han realizado a lo largo de casi dos décadas y contienen información muy relevante.
La crónica del ascenso del soporte al sistema democrático durante el sexenio de Vicente Fox se puede explicar por tres razones: primero, por las expectativas que generó la alternancia; segundo, porque la transición se efectuó de manera pacífica y ordenada; y tercero, porque no hubo inestabilidad ni crisis económica.
En contraposición, la caída que sufre durante el sexenio de Calderón está asociada a la espiral de la violencia, que se desata con particular virulencia en 2008 y alcanza su cenit en 2011.
Es muy probable, sin embargo, que el descenso de 6 puntos que se registra entre 2006 y 2007 haya sido efecto de la ofensiva poselectoral de López Obrador por doble vía: a) el rechazo del conflicto y las movilizaciones; b) la creencia que efectivamente se había cometido un fraude.
Pero sea de ello lo que fuere, la caída del soporte al sistema democrático está vinculado a la falta de efectividad de los gobiernos -de todo signo- en materia de seguridad y empleo.
Llama la atención, sin embargo, que entre las preocupaciones de la gente, en 2013, la pobreza y los problemas educativos ocupen uno de los últimos lugares, con apenas el 3 por ciento respectivamente.
Este hecho muestra la desconexión que existe entre el gobierno de la República, la clase política y la población. La nueva administración ha relegado el problema de la violencia y la inseguridad a tercero o cuarto término.
Lo ha hecho con la anuencia del PAN y el PRD en el seno del Pacto por México. Entre todos pusieron por delante la reforma educativa, la reforma en telecomunicaciones y, finalmente, la reforma fiscal.
Pero no fijaron una agenda para avanzar en temas capitales como la creación de la Gendarmería Nacional o la unificación de los mandos policiacos en los estados de la República.
Otro dato particularmente interesante es que la mayoría de los mexicanos se sitúa en el centro (41%) del espacio político y que la población que se define de derecha (27%) es superior a la de izquierda (20%).
Eso explica por qué las elecciones en México se definen por la coyuntura y los candidatos, más que por los partidos. Y explica, también, que el PRI -de haber caído al tercer sitio en 2006- haya recuperado la Presidencia en 2012.
Finalmente, hay que resaltar que después de la victoria de Peña Nieto el soporte de la población a la democracia ha descendido al 37 por ciento. Dos explicaciones son plausibles: un alto porcentaje percibe el regreso del PRI como un retroceso; el 53 por ciento no cree que el nuevo gobierno tenga la capacidad de resolver los problemas.
Doble corolario final: el problema de la violencia y la inseguridad no se puede desaparecer por decreto ni ocultar bajo la alfombra. Urgen resultados. La gente quiere empleos. La solución no es un Estado asistencialista. Por eso la "reforma fiscal" es un craso error.
Peña Nieto debe tener presente que Dios perdona; el tiempo, no.



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