Alberto Aziz Nassif |
A la memoria de Alonso Lujambio
Se pueden hacer diversos ejercicios sobre cómo será la vida política con el PRI de regreso en Los Pinos. Incluso, no hay que esperar a que termine el sexenio para ver lo que está pasando en México. En el Congreso se han dado ya los primeros avances. No hay que hacerse ilusiones de que tendremos cambios para mejorar la democracia y el bienestar del país; tampoco hay que pensar que la política será muy diferente a lo que fueron los últimos 12 años de panismo, la tónica dominante será de continuidad con algunos reacomodos.
La novedad de las iniciativas preferentes en el Congreso obligó a los legisladores de las dos cámaras a una dinámica de cierta prisa, porque en el lapso de un mes se tenía que dar respuesta a las dos iniciativas presidenciales. Tuvieron que organizarse las comisiones de forma expedita y hacer dictámenes, tanto para la reforma laboral como para la ley de contabilidad gubernamental. Esta nueva pieza constitucional del presidencialismo mexicano les quitó a los legisladores la modorra del inicio.
Uno de los casos más visibles en donde se muestra cómo se dan los reacomodos del poder ahora que va a cambiar el partido gobernante es la reforma laboral. Entre lo que presentó Calderón y el procesamiento que se hizo en la Comisión del Trabajo de la Cámara de Diputados se encuentran los signos de lo que pasará con las reformas legislativas: el peso de los intereses dominantes y la derrota de los intereses subalternos. En esta perspectiva sólo hay que ver la coalición de fuerzas y partidos que se aglutinaron en torno a la reforma, PRI, PAN, PVEM y Panal. En la contraparte quedan —con un proyecto diferente y un voto en contra de esta reforma— los legisladores que se agrupan en el movimiento progresista. No será difícil ver que estas serán dos coaliciones que se enfrentarán en otros proyectos de reforma en donde haya intereses vitales para el país y para las mayorías. Ya ni siquiera resulta una novedad quién gana y quién pierde. El resultado: que la moneda de cambio sobre democratización y transparencia sindical fuera rápidamente cedida a cambio de la flexibilización. Los líderes del sindicalismo no tienen el menor interés en una democracia que atente en contra de sus privilegios. Los patrones y sus aliados gubernamentales sí están interesados en abaratar el despido, flexibilizar lo poco que quedaba de régimen de bienestar y suprimir viejas conquistas, piezas que dan como resultado una mayor precarización del mundo laboral. Así quedaron todos contentos, los líderes que sólo se representan a ellos mismos y los empresarios que no quieren obligaciones para contratar y despedir y que ahora lo podrán hacer como ellos decidan. El PRI y el PAN, otra vez unidos y envueltos en la bandera de la modernización y el falso discurso del “bien del país”, agrandan la flexibilización, pero sin contrapesos de seguridad y bienestar.
Regresaron las imágenes de la toma de la tribuna y las sesiones maratónicas, volvimos a ver de nuevo cuáles son los intereses que ganan y cómo se pierden condiciones de protección laboral. Una parte de la izquierda tomó la tribuna y la mesa directiva se trasladó a uno de los palcos; les salió bien el truco, pero en el fondo queda un gran malestar, que se expresó en la calle y en la tribuna. A nadie le gusta ver el circo en el Congreso, pero se puede entender como una expresión de impotencia ante el peso de los grandes intereses que ganaron. Habrá que preguntarnos qué tan capturada estuvo esta reforma por los intereses empresariales y por los privilegios de los líderes sindicales y la respuesta será el resultado que se obtuvo: un mundo laboral más precario, desigual y con menos contrapesos. Malas noticias para el país.
La dinámica del Congreso no sólo hay que verla en función de los votos de cada fracción, sino de las coaliciones que llevan adelante los proyectos de los grandes intereses. Por eso el cambio del PAN al PRI en el gobierno federal no significará una transformación importante, veremos que por encima de los cambios de colores y siglas prevalecen los intereses dominantes y los discursos políticos para contarnos cuentos.
Se dice que ahora habrá más empleo y productividad, pero la reforma no tocó asuntos estructurales. Lo que se verá cada vez con mayor fuerza será el empleo precario y un mundo laboral que generará más desigualdad. Así es el reacomodo del poder que ya empezamos a observar…
Alberto Aziz Nassif
Twitter: @AzizNassif
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