martes, 2 de octubre de 2012

Guadalupe Loaeza - La pareja

Guadalupe Loaeza
Siempre he creído en la pareja. Especialmente cuando ésta mira hacia el mismo punto y entre los dos, se ayudan, se apoyan, se ríen de las mismas cosas, pero sobre todo, comparten un mismo proyecto. Este es el caso de una pareja que conocí hace muchos años. Si mi memoria no me falla fue en San Luis Potosí cuando el doctor Salvador Nava se lanzó como candidato para la gubernatura en 1991, y ante el fraude electoral, emprendió lo que se llamaría, “La Marcha por la Dignidad”. Confieso que durante la caminata de San Luis a la Ciudad de México, la pareja me llamó la atención porque los acompañaba un niño de escasos cuatro años. “¿Quién es esa pareja que está a la cabeza de la marcha, tan cerquita del doctor Nava?”, pregunté intrigada. “Son Elena y Graco”, me dijo mi amiga Ana Lilia. Desde entonces, no he dejado de convivir y de participar en muchos eventos, especialmente políticos con Elena Cepeda y con Graco Ramírez. (José Domingo, el pequeño marchista, ahora tiene 25 años y una novia guapísima). Ana Lilia me contó durante la marcha, que la pareja se había conocido en la Cámara de Diputados en 1986. “¿Quién es esa mujer?”, preguntó deslumbrado el entonces diputado federal, al advertir al fondo del recinto a quien se convertiría en su esposa y que trabajaba, junto con su hermana, en la Unidad de Estudios sobre la Mujer (CEESTEM). Una vez que se conocieron más a fondo, y que sus respectivos hijos, Pablo Ernesto, Mariana y Rodrigo, se identificaron como hermanos, la pareja se percató que tenía los mismos ideales de izquierda y que solamente unidos podían lograr sus objetivos. La pareja se casó en 1987 y se mudaron a construir su nuevo proyecto de vida en Cuernavaca.




En esa época, cada vez que me encontraba a la pareja no había ocasión en que Graco no manifestara su profundo deseo de gobernar Morelos. Elena asentía, pero lo más sorprendente era la admiración con que escuchaba a su marido anunciando que un día sería gobernador de Morelos. “Pero, si tú eres de Tabasco”, le decía yo. “Sí, pero mi corazón lo tengo en Cuernavaca. Conozco los problemas de Morelos como la palma de mi mano”, me contestaba con una convicción apabullante. Recuerdo que el 17 de octubre de 1996, cuando Graco era diputado federal por segunda vez, por el PRD, organizó una manifestación en la “ciudad de la eterna primavera”, llamada del Silencio. No, nunca se me olvidarán esas marchas en las que participé, que consistían en darle vueltas y más vueltas alrededor de la Catedral, todos en un silencio que manifestaba más que mil consignas. La agrupación “Casa Ciudadana” convocó a muchas otras agrupaciones como la maravillosa “Mujeres en Lucha”, de la que formaba parte Elena, y así se fueron sumando entidades de lo más disímbolas desde las patronales, hasta las de base, pasando por las sindicales, estudiantiles, empresariales, religiosas y ciudadanas. 

Tiempo después, Elena cae enferma, gravemente enferma. Graco estaba desesperado. Totalmente consternado, iba y venía por todos los pasillos del hospital. Hablaba con los médicos, entraba y salía de la habitación de su esposa, le daba palabras de aliento, la hacía reír y le decía que era su único amor. Elena, como una verdadera guerrera, seguía al pie de la letra todas las recomendaciones de los doctores. En esos meses tan inciertos y dolorosos, se unió aún más la pareja. Se unió tanto, que entró en crisis. Era la época en que Elena era la secretaria Cultura del Distrito Federal. Trabajaba, organizaba eventos, iba a conciertos, inauguraba ferias de libro, pero siempre pensando en Graco. Por su parte, él se hacía el fuerte, pero en el fondo, no lo calentaba ni el sol. Ambos estaban tristísimos. Hasta que se reencontraron y como suele suceder con esas lecciones de vida, resurgieron en una pareja doblemente fortalecidos. 

Ayer, mientras escuchaba el discurso de toma de posesión de Graco Ramírez, como gobernador del estado de Morelos, recordé la larga lucha de esta pareja por su país y por su estado. Me emocionó cuando Graco dijo: “Hoy zarpa este barco que es Morelos. Me comprometo a llevarlo a buen puerto. Siempre dialogando, acordando, dándonos la mano, solidarios y fraternos. Vamos a una nueva etapa de la vida nacional”. Este barco ya zarpó. En él viaja Elena, “el amor de su vida”, como la mencionó el propio Graco en su discurso y todos los morelenses. Estoy segura que ese navío llegará a buen puerto gracias a las propuestas inteligentes, sensibles, necesarias, pero sobre todo empáticas. Hoy, Morelos amaneció con cuatro ejes de trabajo y tres decretos: el rescate del escudo original del estado de Morelos, elaborado por Diego Rivera. El Palacio de Gobierno se llamará la Casa de Morelos, la casa de todas y todos los morelenses. Y el más importante, un decreto de austeridad: “Terminaremos con los gastos innecesarios y dispendiosos. Seremos un gobierno austero y eficiente”, dijo la pareja de Elena, quien lo escuchaba con las lágrimas en los ojos. Los dos se miraban a lo lejos, sabiendo la gran responsabilidad y el gran reto que les aguarda.

Leído en: http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/la-pareja2

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