martes, 2 de octubre de 2012

Salvador García Soto - ¿Y donde está AMLO?


La mañana del 9 de septiembre pasado, ante un Zócalo repleto de sus seguidores, Andrés Manuel López Obrador anunciaba: “Esta postura forma parte, como aquí se ha dicho, del plan de desobediencia civil, que incluye el compromiso de seguir luchando bajo el principio de la no violencia, sin caer en provocaciones, sin afectar a terceros y, sobre todo, de oponernos por medios pacíficos a la aplicación de las llamadas reformas estructurales como la laboral, la fiscal, la energética y todas aquellas medidas que se tomen en contra de los intereses del pueblo y de la nación”.





La madrugada del sábado pasado, entre gritos y tomas de tribuna, la Cámara de Diputados aprobó con 346 votos a favor el dictamen de la reforma laboral que omitió cualquier disposición que tocara a los líderes sindicales y  en cambio flexibilizó los esquemas de contratación que favorecen a las empresas y afectan derechos de los trabajadores. ¿Estuvo López Obrador para oponerse “por medios pacíficos” a esas reformas? No.

El lopezobradorismo apenas se hizo presente con una toma de tribuna que no logró más que el escándalo y que incluso dividió a las bancadas de izquierda, pero la ausencia de Andrés Manuel en las movilizaciones contra la reforma laboral fue notoria e hizo que más de uno se preguntara por qué el ex candidato presidencial no apareció en este debate.

La razón por la que López Obrador se desmovilizó en la discusión de las leyes laborales tiene que ver con un cálculo político del tabasqueño. En estos momentos, Andrés Manuel está atrapado en su nueva estrategia de hacer de Morena un partido político; haberse movilizado y haber encabezado marchas y protestas contra la reforma laboral,  habría tenido para él un costo político, de cara a la formación de su nuevo partido.

Esa es de aquí a los próximos meses la prioridad de AMLO y no puede salir a las calles a pelear contra las reformas, como lo prometió públicamente, tanto por el costo mediático y político que tendría para él, como por la posibilidad de que, en un descuido, le echen abajo la creación de su partido.

Porque López Obrador sólo tiene una posibilidad de obtener el registro para su nuevo partido. El plazo que tiene para presentar las solicitudes y documentación es enero de 2013; si no es en ese momento, la ley ya no contempla tiempos para la creación de nuevos partidos hasta después de la siguiente elección presidencial de 2018; así que, si no es ahora, no hay mañana para Morena y de ahí la prioridad que le está dando en estos momentos el ex candidato presidencial a la preparación de su solicitud de registro, que lo tendrá atrapado por lo menos de aquí a diciembre.

La pregunta es si esa situación no será aprovechada por Enrique Peña y por el PRI para impulsar en los siguientes meses, sobre todo a partir del 1 de diciembre que arranca el nuevo gobierno, reformas polémicas como la energética, donde se propone aumentar el capital privado en Pemex o la ya anunciada reforma fiscal que propondrá, entre otras cosas, un IVA generalizado en alimentos y medicinas.

Antes del 1 de julio, cuando recorría el país por encargo de Enrique Peña Nieto para “preparar” a los nuevos diputados priistas, Manlio Fabio Beltrones les dijo claramente a los futuros legisladores: “Sepan que vamos a promover reformas duras, fuertes, con altos costos sociales, así que vayan preparados para apoyar al presidente”. Con un López Obrador “amarrado” por las prioridades y tiempos de su nuevo partido tal vez esas reformas, de alto impacto social, sean mucho menos complicadas para el PRI y para el próximo presidente.

NOTAS INDISCRETAS… “No habrá cacería de brujas pero tampoco impunidad”, dijo Luis Walton el sábado al rendir protesta como alcalde de Acapulco. El mensaje lleva destinatario preciso: su antecesor Manuel Añorve. Y es que entre los asistentes al salón Teotihuacán circulaba como lumbre que la nueva administración encontró las arcas vacías y el municipio con una deuda inmensa, tan grande, que algunos ya se refieren a Añorve como “el Moreira de Acapulco”. Y en ese tono picarón de los costeños, sueltan: “La bomba acapulqueña va a estallar pronto y fuerte cuñao”… Se repite Escalera. Buen tiro de los dados.


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