martes, 16 de octubre de 2012

Carlos Loret de Mola - CSI Coahuila

En un contexto razonable, bastaría con saberse que el cadáver de un delincuente fue robado para que las autoridades responsables terminen en el banquillo.

Pero en la realidad mexicana, que incluye decenas de miles de muertos y casi igual número de investigaciones de homicidio no concluidas (quién sabe cuántas ni siquiera iniciadas), lo del cadáver robado es apenas el dato de arranque de una serie de pifias y contradicciones que desnudan a las instituciones:

1. Cuando se informó que había "fuertes indicios" de que el cuerpo de uno de los presuntos delincuentes muertos en un enfrentamiento con la Marina era el de Lazcano habían pasado 21 horas ¡de que había sido robado!



2. Un comando se robó el cadáver de una funeraria privada ¡habilitada como morgue! para realizar las autopsias, porque en la localidad ¡no hay servicio médico forense!

3. La Procuraduría de Coahuila difundió parte del informe de la autopsia, en el que se hablaba de que Lazcano recibió seis disparos. Horas después, el Procurador Homero Ramos dijo que fueron cinco balazos. Al día siguiente en un comunicado argumentaron que hubo un "error de dedo" en el informe y que en realidad fueron cinco. Lo curioso es que el "error de dedo" no sólo fue poner un 6 en lugar de un 5, sino explicar a detalle en qué parte del cuerpo entró la bala y de qué manera. Es decir, ¡inventaron un balazo!

4. El 11 de octubre, el Procurador Ramos me dijo en entrevista en Radio Fórmula que la necropsia reveló que el muerto padecía una enfermedad crónica terminal. Un día después en el mismo espacio, su jefe de Servicios Periciales, Felipe de Jesús Cobos, respondió a la misma pregunta diciendo que ¡no había tal enfermedad terminal! Y que hay quienes pueden confundir una molestia lumbar con una enfermedad terminal, cosa que no presentaba el cadáver. Desmintió a su jefe.

5. Ramos justificó que los cuerpos hayan sido abandonados por la autoridad en la funeraria con el argumento de que "no había ninguna evidencia de que fuera un delincuente de alta peligrosidad" pues no tenía identificación. Es asombroso que no lo consideraran peligroso aun cuando en la versión oficial ¡el individuo murió enfrentando a la Marina con granadas, un rifle de asalto y un lanzacohetes!

6. Los peritos tardaron 24 horas en descubrir que había "indicios" de que era Lazcano, con la ayuda de que el robo del cuerpo los alertó y pese a la cacareada eficiencia de la base de datos de Plataforma México, que, por cierto, sólo se puede consultar en Saltillo.

7. Ya sin contar las contradicciones sobre la estatura de Lazcano, quien si nos atenemos a los partes oficiales, creció 13 centímetros después de los 17 años de edad.

Nadie tenía idea de que había muerto un capo de altos vuelos. Y por eso, a los cadáveres se les dio el trato rutinario de desprecio y descuido que se les ha dado a decenas de miles de muertos de la guerra contra el crimen organizado. ¿No pensarán que se les puede revertir?

 Saciamorbos

El nuevo Cardenal fue, de 1996 a 2001, Obispo de Tacámbaro, Diócesis a la que pertenece Nueva Jerusalén.

Leído en: http://www.noroeste.com.mx/opinion.php?id_seccion=104

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