Recibo una carta de Jesús Zambrano, presidente del PRD, a propósito de mi artículo de ayer. La titula “Loco, pero no tramposo”. Cito:
“Sólo con ánimo de precisar puntos de vista, debo decirte que la piel tan sensible que demuestras tener, te lleva a calificarme con una serie de epítetos que contradicen tus propias afirmaciones.
“Claro que en esa entrevista telefónica se habló de que la salida de López Obrador ‘le pegaba al PRD en su línea de flotación’, y también se habló del ‘éxodo’ de dirigentes y militantes; por cierto, hoy retomas lo que según tu ‘sesudo análisis’ nos sucederá en los próximos meses. Asumo que es tu reflexión y no el deseo de un ‘malqueriente nuestro’.
“No soy de los que acostumbra dar golpes bajos. Golpes secos y bajos contra nosotros fueron las encuestas que, durante 90 días de campaña, ustedes estuvieron publicando y defendiendo en Milenio. Un ‘usted disculpe porque nos equivocamos’, no repara el daño causado por la confusión provocada en amplios sectores del electorado mexicano.
“Por último, rechazo la acusación de ‘tramposo’. Y, en todo caso, la única locura de la que me hago cargo es la de trabajar por la justicia y la democracia en nuestro país; locura que adquirí desde hace más de 40 años”.
Felicidades a Zambrano por ser tan ejemplar. Pero en su discurso del sábado, en asamblea nacional, puso en mi boca cosas que no dije ni pienso.
No es asunto de pieles sensibles, sino de inventos suyos. Sobre la encuesta, repito que una disculpa era lo primero que teníamos que hacer.
Díganos qué sigue: la demanda, el juicio, el foro, el análisis conjunto.
Porque aparte de la descalificación, no parecen tener nada que decir.
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