Las naciones se construyen lentamente. Los casos de emergencia súbita como Singapur o Corea son excepciones y con expedientes no siempre deseables: ser muy pequeño, dictadores, débiles derechos humanos. Lo normal es que el ritmo sea mucho más lento. En Estados Unidos los salarios reales durante el siglo XX crecieron sólo 2% al año. Entre más acerque uno la mirada, entre más pequeño sea el corte, menos perspectiva se tiene. El mes a mes dice poco. Los sucesos cotidianos nos ciegan frente a la evolución profunda. También tenemos una inclinación a recordar sólo el lado negativo. Es más sencillo tener en la memoria un juicio sumario condenatorio, que una ponderación más delicada.
Hace 30 años México era un caos. Después de la "docena trágica" de Echeverría y López Portillo las finanzas públicas eran un desastre. El déficit oscilaba el 16%, las reservas estaban en el piso, había control de cambios. Los aviones del Banco de México tenían que hacer viajes continuamente para garantizar cierto flujo de efectivo. La borrachera petrolera de López Portillo se acabó con la caída de los precios del petróleo. Su decisión de nacionalizar la banca fracturó al país. La inflación galopaba. Los precios de los productos básicos cambiaban de mes a mes y en ocasiones de día a día. Las tasas estaban en el cielo, llegaron a rebasar el 200% anual. La gente ahorraba comprando coches o lo que fuera. La economía estaba cerrada y el consumidor pagaba precios altísimos por los productos. El contrabando era algo normal, igual que el mercado negro de divisas. Una pesadilla.
En esas condiciones Miguel de la Madrid llegó al poder. Lentamente comenzó a girar el timón en el entendido de que muchas medidas serían impopulares. Reducir el déficit suponía recortes dolorosos. Frenar la inflación demandaba esfuerzos conjuntos y novedosos. Los salarios no podían seguir el ritmo inflacionario, se quedaban atrás pero aumentarlos provocaba más inflación. Abrir la economía generaba oposición de muchos empresarios que veían dañados sus intereses. Pero De la Madrid, a pesar de su mala fortuna como con San Juan Ixhuatepec o el sismo del 85, fue firme y perseverante sin importarle su popularidad. México firmó el GATT, privatizó parcialmente la banca y, gracias a los pactos, las aguas de la inflación fueron regresando a su cauce. A él no le tocó cosechar.
Llegó Salinas de Gortari y acentuó el reordenamiento, el mote de "Salinas Recortari" se lo ganó a pulso, pero sólo así llevó el gasto a niveles razonables. Siguió con la apertura y a pesar de todas las oposiciones logró la firma del TLC con Estados Unidos. Modificó los artículos 27 y 130 y encaminó las instituciones electorales a nuevas etapas de madurez. Creó la CNDH. Salinas, con Aspe en Hacienda, promovió la autonomía del Banco de México. Renegociaron la deuda que era un trauma nacional. El desastre monetario se encaminó a su fin. La palabra modernizar se convirtió en moneda de cambio en todo, esto en un país muy conservador. La llamada "hormiga atómica" imprimió gran velocidad a los cambios. La imagen de México mejoró. El último año lo traicionó, entre el Ejército Zapatista y la muerte de Colosio, el panorama se descompuso y la transición a Ernesto Zedillo fue de nuevo traumática.
Zedillo, el frío tecnócrata, ganó por la buena y con amplios márgenes. Fue autocrítico de la elección y avanzó en dar autonomía al IFE y lograr mayor equidad electoral. Pero la ruptura con Salinas y la frágil situación que heredó, los famosos "alfileres", provocaron otra caída. Zedillo tuvo muy claro que el dolor de la crisis sólo pasaría cuando los beneficios llegaran a los bolsillos. Actuó sin miramientos. Puso a flotar el peso. Rescató la banca y con ello el sistema de pagos con toda la incomprensión e impopularidad que ello le trajo. Transformó "Solidaridad" en "Progresa", paso muy importante. Firmó el TLC con Europa. Vio con toda claridad el problema de las pensiones y creó las Afores -nadie le entendía- que hoy representan más del 11% del PIB. Odiado por su partido salió con una aprobación del 72%. Entregó las finanzas ordenadas. Vivió la transición como si fuera algo de todos los días.
Las dos administraciones panistas han tenido aciertos sensibles. Con todo y su carácter locuaz, Fox creó el IFAI y los institutos estatales. Mantuvo las finanzas en orden. En vivienda, en infraestructura y en democracia Fox y Calderón avanzaron. En seguridad social y "Oportunidades" también. Han pasado 30 años de congruencia económica. Hoy con 160 mil mdd en las reservas, con la inflación controlada, con crecimiento, con la banca capitalizada, con un importante superávit comercial con Estados Unidos, con una fuerte ampliación de clases medias y un consumidor beneficiado, hoy México es otro. El mundo lo reconoce, nosotros no. Las mezquindades partidarias tienen responsabilidad. Recordar los errores individuales puede cegarnos. Seamos más exigentes, pero también justos con nosotros mismos. Miremos al país y esperemos que sean 36.
Leído en: http://noticias.terra.com.mx/mexico/federico-reyes-heroles-van-30,57fe4bc14496a310VgnVCM3000009acceb0aRCRD.html
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