La explicación que se escucha en Los Pinos es sencilla y práctica. El Informe no puede celebrarse en el Auditorio Nacional porque hay conciertos viernes y sábado, lo que complica la logística. El domingo no hay concierto en el Auditorio Nacional, pero el presidente Peña Nieto se va esa noche a Turquía, y de ahí a San Petesburgo para participar en la Cumbre del G-20.
Seguramente no hay otra razón, pero cuesta comprender que, en este momento, un gobierno cuidadoso de los símbolos opte por un escenario militar para rendir un primer informe. Quizá no había opciones (el Palacio Nacional y otros del Centro Histórico están sitiados o a tiro de piedra de los maestros), otro auditorio (impensable asociar el Informe a una marca comercial: Banamex, Bancomer), pero cuesta comprender la decisión.
Y ya entrados en símbolos, analogías, paradojas, el concierto del sábado en la noche en el Auditorio Nacional, el que complicó todo, es de Óscar Chávez y trae como carta fuerte el relanzamiento de la canción “Se vende mi país”.
Óscar Chávez tocará por décimo sexto año consecutivo en el Auditorio. Y aunque ha anunciado dos o tres temas inéditos, el gancho 2013 es: “Se vende mi país y da coraje, se vende su historia y su destino, se vende hasta el fondo de los mares. Se vende mi país puro y entero, por un pinche puñado de dinero”.
Septiembre, mes de símbolos patrios.
Leído en http://www.vanguardia.com.mx/columnas-elcampomarteyelsevendemipaisdelauditorionacional-1818932.html
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