martes, 27 de agosto de 2013

Leo Zuckermann - Cómo los gobiernos se rinden y le dan todo a la CNTE

Evidentemente los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) no quieren perder su trabajo ni los privilegios que tienen. Es importante entender que en la mayoría de los lugares donde existe este sindicato, son economías pobres en las que prácticamente no existen oportunidades laborales. Tomemos el caso de Oaxaca. Es uno de los estados más pobres del país con una contribución magra de 1.6% del Producto Interno Bruto nacional. Su actividad económica más importante es la agricultura. El turismo pesa algo por su maravillosa ciudad capital y dos destinos de playa. Algo hay de industria por la refinería de Pemex en Salina Cruz. Pero la realidad es que un oaxaqueño tiene muy pocas oportunidades de empleo. Mucho menos de uno bien pagado con derechos laborales dignos.




En este sentido, en Oaxaca, conseguir una plaza de maestro es como sacarse la lotería. Retenerla significa cobrar el premio ganado. Por eso los maestros se movilizan: para defender el gran privilegio de tener una buena chamba. Pero también lo hacen para que el puesto mejore cada día más: con más salarios, sin tener que dar nada a cambio, y mejores prestaciones. Hasta acá nada debería sorprendernos. Para eso sirven los sindicatos: para salvaguardar los intereses de los trabajadores.
Los maestros de la Sección 22 de Oaxaca han sido muy eficaces en esta labor. Han llegado al extremo de que, cuando un profesor se quiera retirar, tenga el derecho de heredar su plaza. ¿Por qué no si en Oaxaca no hay buenas oportunidades de trabajo, mucho menos bien remuneradas y con prestaciones dignas? Y si no se puede heredar la plaza, por lo menos que se pueda venderla para monetizar su valor en un mercado secundario que naturalmente existe.
Ésos son los incentivos que tienen los maestros de la CNTE en Oaxaca. Quizá si nosotros estuviéramos en sus zapatos, haríamos lo mismo. Iríamos a marchar hasta el final del mundo con tal de seguir teniendo una buena chamba.
No es que esté justificando a estos maestros. Simplemente estoy tratando de entender sus motivaciones. Ellos van a tratar de sacarle al gobierno (estatal y federal) todo lo que puedan. ¿Por qué no si ésa ha sido la vieja, y muy eficaz, historia de este sindicato?
Ya saben el caminito: se radicalizan, se movilizan, toman ciudades e impiden el paso a edificios públicos. Le van subiendo la apuesta a los gobiernos quienes, hartos, acaban cediendo a las presiones. Total: para un gobernante lo más fácil es “patear” el problema a futuro; la chequera pública se abre porque ya le tocará al siguiente gobierno buscar los recursos para financiarlos.
Insisto: es una vieja historia. Alberto Serdán ha publicado en el blog de Nexos un artículo donde da cuenta de cómo la Sección 22 perfeccionó su método político para presionar a los gobiernos y conseguir todo lo que podían. Menciona un minuta firmada en 1992 por el entonces gobernador de Oaxaca, Heladio Ramírez López: “La CNTE consiguió tener para el disfrute de futuras generaciones el control de la justicia penal, de las plazas docentes, de los nombramientos del IEEPO (Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca) y un acceso ilimitado a recursos”. Hasta su propia justicia lograron: un Ministerio Público especial con la función de “investigación y persecución de ilícitos que tengan como ofendidos y víctimas a trabajadores de la educación”.
Desde entonces, lo mismo ha sucedo con gobiernos estatales y federales. Gobernadores y presidentes han venido y se han ido. Todos se han rendido frente a las presiones de los maestros de la Sección 22. Total: el costo lo pagan los siguientes gobernantes y, desde luego, los niños oaxaqueños que son las principales víctimas de esta historia, ya que reciben una pésima educación en el poco tiempo en que sí hay clases porque los docentes no andan movilizándose.
El actual gobernador oaxaqueño, Gabino Cué, quien en su campaña prometió una relación diferente con la Sección 22, rápidamente se rindió frente a las demandas del magisterio. Por su parte, el actual presidente, Enrique Peña, prometió una reforma educativa para cambiar los incentivos chuecos. Fiel a su estilo, la CNTE mostró su músculo. Ya logró una primera victoria: que la nueva ley del Servicio Profesional Docente no se votara en el Congreso. Envalentonados, van por más. Porque, como buenos actores racionales que son, han entendido que los gobiernos en México no resisten las movilizaciones callejeras y acaban dándoles todo, hasta su propio sistema de justicia.
                Twitter: @leozuckermann


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