De un tiempo a esta parte, Gil oye con atención a conocedores de fuste y fusta de la realidad mexicana, Gil ha sacado en sombras, no en claro, al menos dos asuntos: la calle sigue tomada por los maestros y el gobierno no tiene la Reforma Educativa en la mano. Cuantioso error. Una de las causas de esta metida de pata: el amor desmedido por el Pacto por México. Según los cálculos del gobierno de Peña, el Pacto les alcanzaría para sellar la Reforma Educativa y se reventaría en el ascenso a la Energética. Error, la cuerda reventó antes de tiempo, como siempre pasa en la política.
Como en los matrimonios que se han aventado los platos a la cabeza y luego se arrepienten, el gobierno de Peña le ha dado tiempo al tiempo postergando la Reforma Educativa, y perderá todo el tiempo y todo el esfuerzo. El PRD que queda en el Pacto cada vez es menos PRD, por cierto y si acaso los chuchos.
Cuauhtémoc Cárdenas ha sido muy oscuro, pero muy claro: no va con esa reforma y si el gobierno de Peña va a llevar y a traer al General como su muñeco de peluche, quien mejor que su hijo para explicar al padre. Es decir, por salvar al Pacto, Luis Videgaray y Aurelio Nuño han perdido una reforma que debería estar en el bolsillo, mientras los mentores van y vienen por las calles y los gobiernos local y federal deciden que hacer con las huestes de la CNTE. ¿Cómo ven a Gil tirando el rollazo? Se siente algo en el estómago escribiendo (así en gerundio) con contundencia (con-con), anjá.
Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gamés recuerda a los analistas en lluvia de ideas: si sacan adelante la educativa, con muchos trabajos, todo se concentrará en la Reforma Energética. La fiscal no avanzará ni de broma. Con una economía paralizada, que crecerá 1.5%, en un año a salto de mata por la atonía (vetusta palabra) a ver quién apuesta por ponerle IVA al mundo, o la representación del mundo.
A Gamés ya le empezó a gustar el rollo duro (no empiecen), la profecía, la nota y la neta de la cuestión mexicana. Ah, qué bien se siente escribir como si se conociera el futuro, a este guiso se le llama vaticinio en escabeche.
Ahora mal: no todo está perdido, si los legisladores del PRI y el PAN se tiran de cabeza para empujar lo que ya está en el Congreso, el resultado podría ser notable, dicen los enterados. Ah, pero los escenarios ideales siempre son imposibles.
Gil abandonó exultante el mullido sillón y le dijo al viento: Gamés tiene hambre de verdades, por eso escribe con vehemencia como si hubiera estudiado años en un cubículo, las pestañas quemadas, los brazos partidos, los índices con callos de tanto pasar las páginas de los sesudos tratados. No se burlen, caray.
Por lo demás (muletilla algo vulgar), Gilga pensó con gratitud en el diputado local de Guanajuato, Guillermo Romo, quien confesó sus secretos de belleza ante la cámara y los tratamientos en los cuales invierte parte de su dieta para aparecer presentable ante sus compañeros legisladores. Entre sus secretos se cuenta, la lectora y el lector lo saben, la crema de esperma de tiburón para las arrugas del rostro. Sin políticos como Romo, Gil viviría triste y sin trabajo.
La máxima de Voltaire espetó dentro del ático: “Suerte es lo que sucede cuando la preparación y la oportunidad se encuentran y fusionan”.
Gil s’en va
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