Tres meses atrás corrió la versión de que el grupo de la Secretaría de Marina que tanto trabajó y ayudó para replegar a los criminales en el área metropolitana de Monterrey, estaba por retirarse. La Marina lo desmintió. Pero ayer, el propio ayuntamiento regiomontano nos confirmó que 60 de los 94 efectivos se marcharon. Precisamente, los que hacían las tareas de policía y “vigilancia de segundo piso”.
Le digo a la presidente municipal, Margarita Arellanes, que se le escucha angustiada. “Lo estoy”, acepta.
—¿La salida de los marinos va a ser compensada por la policía estatal, la llamada Fuerza Civil?
—No tenemos una respuesta como tal.
—¿Simplemente le dijeron: se van los marinos, suerte?
—Hemos recibido el apoyo de la Fuerza Civil. Sin embargo, sus 3 mil 400 elementos para todo el estado son insuficientes. Requerimos, por eso, del apoyo de las corporaciones federales.
Margarita Arellanes subraya que intensificarán las tareas de certificación de policías y que la reducción de delitos ronda el 40 por cierto. Pero su preocupación la delata.
—Seguimos pidiendo al apoyo federal en seguridad, porque esta es una tarea conjunta, no disyuntiva –concluye.
—¿Entonces no le dijeron que se iban los marinos?
—Pues dijeron que iban a averiguar qué estaba pasando. Se lo pregunté al gobierno del estado y esa fue la respuesta, que iban a averiguar, que no tenían conocimiento.
Margarita, por lo demás, es panista. Inevitable concluir la conversación con aquello de ¿y ahora, quién podrá defendernos?
Monterrey y la zona metropolitana de Monterrey no pueden permitirse regresar a 2010, 2011.
Ojalá que no.
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