La humanidad ha tenido que pagar precios muy altos cuando cierra los ojos ante los brotes de odio instigados por líderes supuestamente iluminados que manipulan la indignación popular.
La tarde y la noche del 9 al 10 de noviembre de 2013, Alemania conmemoró 75 años de “La noche de los cristales rotos”. La historia recuerda con ese nombre aquella ola de destrucción, saqueos y barbarie contra la comunidad judía que fue el detonante del furor antisemita. Siete años después, seis millones de judíos habían perecido en un proceso de destrucción sistemático. Esa noche del 9 de noviembre de 1938 inició una espiral de violencia que hoy sigue siendo una lápida en la conciencia del mundo.
La tarde y la noche del 9 de noviembre de 2013 una multitud enardecida, desesperada por la crisis económica que se vive en Venezuela, destrozó los cristales y saqueó los almacenes de la cadena Daka, propiedad de una familia de origen árabe. La orden provino del presidente Nicolás Maduro: “¡Que no quede nada en los anaqueles!”, dijo en su discurso transmitido por radio y TV. Ésa fue la manera en que el presidente venezolano quiso terminar por decreto con la espiral inflacionaria. Los propietarios de Daka y de JVG, otro gran comercializador, están detenidos en los calabozos de la policía política, Sebin (Servicio Bolivariano de Inteligencia).
Éste fue un nuevo episodio de la “guerra económica” de la que el presidente Maduro se dice víctima, instigada por Estados Unidos y la “burguesía parasitaria”. Como parte de esa guerra, Maduro mandó encarcelar durante dos días al periodista Jim Wyss, corresponsal del Miami Herald, aparentemente por sus reportes sobre la escasez de víveres y los sufrimientos de la población venezolana por la crisis económica.
Éste es el contexto en que un militar venezolano tuiteó la fotografía de un avión derribado la noche del 4 de noviembre en Apure, cerca de la frontera con Colombia, en territorio controlado por las FARC. Se filtró a los medios que se trataba de una nave con matrícula mexicana.
No se puede descartar la posibilidad de que el presidente Maduro necesitara otra “guerra” (esperemos que sólo sea mediática) como distractor de sus problemas internos. Pero la maniobra podría tener un efecto bumeran, pues ha resucitado las sospechas sobre complicidades del régimen venezolano con el narcotráfico. Una investigación del diario La Razón ha dejado ver la posibilidad de que entre los tripulantes del avión, que inexplicablemente no aparecen, se encuentre el histórico narcotraficante mexicano Rafael Caro Quintero. También en las páginas de La Razón, Raymundo Riva Palacio publicaba una serie de cuestionamientos que hay que tomar muy en cuenta: ¿Dónde está la caja negra del avión? ¿Qué sucedió con los pasajeros? ¿Por qué destruir el avión? Y dejaba ver la conexión de Venezuela con los cárteles colombianos.
Un reporte del diario El País sugiere que el episodio puede ser parte de una cadena de montajes con los que el gobierno venezolano ha tratado de desviar las críticas por su poco compromiso con la lucha antinarco tras la decisión de expulsar a la DEA de su territorio.
Subestimar los excesos retóricos y las acciones que instigan al odio a las que el presidente venezolano se ha vuelto proclive podría tener un precio muy alto para la comunidad internacional.
Twitter: @regi_santiago
leído en http://www.razon.com.mx/spip.php?page=columnista&id_article=195691
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