Dos características le han permitido a Andrés Manuel López Obrador mantenerse como figura política de primera línea en el país durante los últimos 20 años: la primera es su congruencia de principios que, se esté de acuerdo o no con él, le reconocen incluso sus detractores, y la segunda es su sorprendente habilidad para oscilar en su línea política entre la moderación de un hombre público y de Estado al radicalismo de un líder carismático y callejero, que lo mismo manda al diablo a las instituciones, que las utiliza y las legitima cuando éstas convienen a sus fines políticos.
Esa dualidad de fases y discursos es lo que ha llevado al tabasqueño lo mismo a gobernar con éxito la capital del país y cohabitar civilizadamente con el sistema, que a encabezar marchas, bloqueos y plantones cuando no acepta las reglas de ese mismo sistema al que cuestiona y desconoce. Dependiendo de la coyuntura política y del proyecto que tenga en la mira, López Obrador se mueve hacia posiciones más moderadas o radicaliza sus acciones, según le convenga.
Hoy, cuando está en proceso de registrar a su nuevo partido político Morena y busca recuperar fuerza política y sumar simpatizantes a su nuevo proyecto, Andrés Manuel ha entrado en una fase de moderación en sus posiciones públicas. Si bien se opone a las reformas del presidente Enrique Peña Nieto y encabeza protestas para intentar frenarlas, su discurso es cauto y cuidadoso, con llamados a la protesta pacífica y a la no violencia a sus seguidores para expresar su oposición.
Es tan clara su intención de alejarse en este momento de una imagen de opositor radical que en su discurso del domingo, ante más de 25 mil personas que acudieron a su convocatoria contra la reforma a Pemex y la fiscal, López Obrador reconoció, por primera vez desde que perdió las elecciones de 2012, a Peña Nieto como presidente al solicitarle la implementación de una Consulta Popular sobre las reformas constitucionales en materia energética, al mismo tiempo que anunciaba que enviaría una comunicación formal al titular del Ejecutivo a Los Pinos.
Ayer fue entregada en la residencia oficial esa carta que -si bien se cuidó de no firmar personalmente y prefirió que lo hicieran tres dirigentes de Morena-, confirma en el fondo que el tabasqueño optó esta vez por la vía institucional para plantear sus exigencias y reconoce como un interlocutor al presidente cuyo triunfo desconoció en los comicios donde compitió contra él, algo que nunca aceptó hacer con el otro presidente al que también desconoció, Felipe Calderón Hinojosa.
Pero como todo, detrás de la faceta de moderado que hoy muestra hay una clara motivación política y un cálculo preciso. Andrés Manuel sabe que, además de ser un acto de congruencia con su posición histórica, el rechazo a las reformas peñistas en materia petrolera es el combustible que terminará de encender el motor de su proyecto político actual y recuperar a muchos de los seguidores y simpatizantes que fue perdiendo en el camino de dos protestas poselectorales en 2006 y 2012. Pero para eso, es necesario que se aleje de la radicalización y que muestre que, además del rechazo, también tiene propuestas como las que hizo ayer en su carta a Los Pinos.
A eso obedece también que Andrés Manuel López Obrador haya decidido sumar fuerzas con Cuauhtémoc Cárdenas y hacer un frente común en la defensa del petróleo, sin descuidar su propio movimiento, ante el riesgo evidente de que el ingeniero fuera visto como el líder de la izquierda moderada, mientras a él se le ubicaba como líder de la izquierda radical.
Preparémonos pues para ver en escena al político moderado y racional que sabe ser López Obrador cuando se lo propone y cuando, hábilmente, manda al cajón al líder callejero que reniega de todo y por todo.
NOTAS INDISCRETAS…La tragedia por las lluvias ha puesto a los gobernadores bajo la lupa. Mientras a Eruviel Ávila lo exhibieron por prestar un helicóptero de propiedad estatal a la cuestionada conductora de telebasura, Laura Bozzo, al gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, lo acusan de negligente por no haber activado a tiempo las alertas sobre la gravedad de los fenómenos meteorológicos que afectaron a su estado. Ahora dicen que Ángel Heladio andaba de fiesta mientras Acapulco y buena parte de su estado se inundaban ¿Será?.. Los dados repiten Escalera. Buen tiro.
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