miércoles, 19 de septiembre de 2012

Macario Schettino - Los cuatro fantásticos

Macario Schettino

Cuatro personas sobresalen en el planeta por el inmenso poder que tienen. Dos de ellos han sido elegidos para su cargo; los otros dos, designados.
Todos tienen plazos máximos para ocupar el puesto, que es el origen de su poder, que sin embargo, tres de ellos han incrementado por sus propios actos. Son tres hombres y una mujer. 
El primero es el más obvio, Barack Obama, presidente de los Estados Unidos, puesto que en sí mismo es la mayor fuente de poder en el mundo. Gobierna la economía más grande (25% del PIB mundial), que tiene el mayor consumo (40 por ciento del consumo global) y es sede de los mercados financieros más importantes del planeta. 



Tienen además la moneda de referencia mundial, lo que les da un “privilegio exorbitante”. Y no es por coincidencia que tengan también el ejército más poderoso del mundo, que controla hoy mismo todos los mares de la Tierra. 
La segunda es Angela Merkel, Canciller de Alemania. La cuarta economía del mundo, pero el centro de la Unión Europea, que en la suma es incluso un poco mayor que Estados Unidos. A diferencia de ese país, Alemania no tiene un ejército importante, ni mercados financieros líderes, pero al poder natural del puesto que ocupa, Merkel le ha sumado un liderazgo muy relevante, que le ha permitido a la Unión Europea ir avanzando en la solución de sus problemas. 
Estos dos líderes tienen márgenes de acción limitados, porque gobiernan democracias con contrapesos muy sólidos. Merkel, además, debe enfrentar no sólo los contrapesos internos de Alemania, sino los de la Unión Europea. 
Los otros dos hombres poderosos ocupan posiciones que normalmente son menos relevantes, pero que hoy han pasado al primer plano. Se trata de los gobernadores de los bancos centrales de los dos espacios que hemos mencionado. Ben Bernanke, gobernador de la Reserva Federal de Estados Unidos, y Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo. En las últimas dos semanas, las acciones que han tomado estos señores los colocan en un nivel de poderío no conocido previamente para un jefe de banco central. Si acaso, Paul Volcker en 1980 puede acercarse, pero creo que el poder actual de Bernanke lo supera. 
Por orden de llegada al máximo poder, empecemos con Mario Draghi. Como usted recuerda, en Europa hay serios problemas porque varios países tienen deudas relativamente altas que con la explosión de la burbuja hipotecaria de Estados Unidos se hicieron demasiado caras. Algunos países tenían deudas absurdas, como Grecia, que además incrementaban continuamente porque mantenían un déficit fiscal permanente. Se trata del típico caso de mal manejo financiero que no se percibe cuando todo va bien, pero que salta de inmediato con cualquier turbulencia. Sin embargo, en el entorno que vivimos desde 2009, incluso deudas que parecerían normales se vuelven peligrosas. Italia, que por décadas ha tenido deudas cercanas al tamaño de su PIB, sólo ahora tiene dificultades, y no por sus propias finanzas, sino porque el mercado se ha vuelto muy sensible. España, cuyo gobierno no tiene obligaciones mayores, pero cuyo sistema bancario está prácticamente quebrado, no tiene margen para resolver sola esa crisis. 
Bueno, la solución a este problema, como habíamos comentado aquí hace más de un año, era que el Banco Central Europeo (BCE) emitiera bonos para apoyar a estos gobiernos. Esa decisión no era fácil porque las regulaciones del BCE no le permiten financiar directamente a un gobierno de la UE, y porque al interior de Alemania hay gran oposición a pagar deudas de otros países. Pero hace dos semanas, Mario Draghi anunció que va a comprar la deuda de países europeos con dificultades, en una cantidad ilimitada pero razonable, en el mercado secundario. 
Eso le salva de las regulaciones, y lo ilimitado del anuncio implica que, en realidad, no va a comprar nada. Basta un anuncio creíble como ése para que los mercados mismos se acomoden en un nivel más lógico, menos sensible. 
La decisión de Draghi lo pone por encima de los gobiernos electos de los países de la UE, en el sentido de que para que el BCE compre sus bonos, primero tienen que cumplir obligaciones muy específicas. Y como el BCE es la fuente del euro, pues poco se puede hacer en contra. Como lo encabezaron muchos, el BCE se vuelve soberano. 
En Estados Unidos, Bernanke hace algo similar: anuncia que entramos a la tercera etapa del “aflojamiento cuantitativo” (Quantitative Easing), que ahora consiste en la compra de 85 mil millones de dólares de activos, cada mes, por un tiempo no definido: hasta que la economía esté en condiciones normales. Cuarenta de esos 85 mil millones serán hipotecas. En español, la Fed inyecta dinero en la economía para lograr un crecimiento importante del PIB nominal. Es decir, el PIB de Estados Unidos va a crecer, ya sea porque la producción (valor agregado) es mayor o porque la inflación lo es. No importa cómo crezca el PIB nominal, va a crecer, y lo va a hacer más rápido que la deuda, de forma que la deuda como proporción del PIB va a irse reduciendo. 
Esta decisión no tiene nada de extraordinario, en una perspectiva histórica. Cuando las deudas de los gobiernos han sido demasiado grandes, estos optan por no pagar, o por diluirlas mediante inflación. No pagar no es una opción para Estados Unidos, y declarar francamente una etapa inflacionaria no es buena idea. Una meta de PIB nominal, enmascarada en un “aflojamiento infinito”, fue la decisión de Bernanke que, en los hechos, es hoy el guía de la economía de Estados Unidos. Visto lo que ha hecho Obama, es una gran cosa que sea Bernanke quien ahora pone la pauta. 
Es una gran oportunidad para reflexionar sobre varias cosas. Primero, acerca de si poner metas de PIB nominal es una buena idea en general, o sólo en este momento (por lo que comentaba sobre la dilución de la deuda). Segundo, acerca de si los bancos centrales deben o no tener varios objetivos, y no sólo el control de la inflación (yo me inclino sólo por esta última). Tercero, si hay o no incompatibilidad entre el liderazgo político, elegido democráticamente, y el liderazgo económico, por funcionarios designados de otra manera. Mucho para discutir. 
Macario Schettino


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