miércoles, 19 de septiembre de 2012

Ricardo Alemán - ¿Quién mata diputados?

Ricardo Alemán

No es nuevo que maten diputados. En los últimos 20 años han sido asesinados decenas de alcaldes, además de un candidato presidencial, aspirantes a gobernadores y, claro, legisladores.
En efecto, no estamos ante ninguna novedad. Pero no por eso –en tanto parte de la sociedad–, podemos menguar los anticuerpos sociales de indignación, asombro, sorpresa y reclamo. Sobre todo porque el asesinato "en racimo" de tres diputados locales es un golpe que pega bajo la línea de flotación de la familia política que –por esa razón–, busca oídos y respuestas de los políticos.

Y es que hoy, el acento de la violencia y el crimen se han colocado sobre el asesinato de tres diputados locales –uno del PAN y dos del PRI–, cuyos crímenes alertan sobre la vulnerabilidad de la clase políticas toda; porque el secuestro y el crimen ya no van dirigidos a ciudadanos de a pie, sin recursos y sin voz; ya no solo alcanzan a alcaldes y candidatos a otros puestos de elección popular. No, hoy el crimen alcanza a quienes legislan. Aún así, existen tres hechos nuevos.
Primero, que es poco común el llamado "efecto racimo". Es decir, que en tan sólo una semana fueron asesinados un ex diputado del PAN –en Nuevo León, quien ocuparía un importante cargo en la alcaldía de Monterrey–, y dos diputados del PRI, de reciente elección, y que servían en los congresos locales de Sonora y el estado de México, respectivamente.



Segundo, que en los tres casos, los asesinatos no parecen tener el sello del crimen organizado; ajuste de cuentas, venganza por droga o choque entre bandas. No, en realidad son muchos los indicios de que se trata de diferencias personales, sobre todo porque dos de ellos eran empresarios.
Y es que el ex diputado del PAN, Hernán Balden Elizondo, habría sido secuestrado y asesinado de un golpe en la cabeza. En cambio, Eduardo Castro Luque, fue acribillado luego que denunció que días antes se habían metido a su casa para robar objetos personales, incluida una computadora. Tanto Balden Elizondo como Castro Luque, eran prósperos empresarios. A su vez, Jaime Serrano Cedillo era líder social mexiquense y fue asesinado de una puñalada en el pecho.
Y tercero, que si las víctimas son tres diputados locales, es evidente que la llamada de atención va en dirección a la clase política. ¿Por qué?. Porque ya no solo son vulnerables los alcaldes –que son el ejecutivo municipal–, sino legisladores locales; responsables de hacer leyes y reglamentos en el orden estatal.
En otras palabras, que cuando la clase política empieza a ver caer a los suyos –en una espiral de violencia que parece no tener límite–, entonces ya podremos esperar cualquier cosa del crimen. Y claro, si los políticos permanecen pasmados –a pesar de que la violencia y el crimen tocan la puerta de la política y cobran vidas de políticos–, entonces queda poco por hacer. ¿Por qué?. Porque estaríamos ante el fracaso de la clase política, en tanto cuerpo social de contención, de gobierno y cambio.
Y es que ahí esta precisamente la gravedad del crimen de tres diputados locales; en la impunidad que –por su incapacidad–, pudieran prohijar los gobiernos estatales. Por eso la pregunta. ¿Qué van a hacer los gobiernos de Nuevo León, Sonora y el estado de México, frente al asesinato de tres de los suyos?.
La respuesta no admite variantes. Están obligados a mover toda la fuerza del estado para aclarar esos crímenes, que no sólo son de su competencia judicial, sino de su esfera política. Y es que si los gobiernos de Nuevo León, Sonora y estado de México son incapaces de aclarar el crimen de uno de los suyos, serán incapaces de cumplir la responsabilidad básica para la que fueron electos; la de proveer seguridad para las personas y sus bienes; para procurar justicia.
Sin embargo, ya existen en México antecedentes de la impunidad oficial en casos como los que hoy nos ocupan. El 20 de agosto de 2009, a horas de anunciar su precandidatura al gobierno de Guerrero –por el PRD–, fue asesinado el líder del Congreso local, el diputado Armando Chavarría. Y sí, por increíble que parezca, el gobernador Zeferino Torreblanca, no acudió al sepelio, negó que se tratara de un crimen político y nunca investigó nada. Hoy el expediente de ese crimen está desaparecido, mientras que Torreblanca vive en el descrédito.

EN EL CAMINO.

Nada saludable el regreso del día del presidente, por parte de Marcelo Ebrard. Y si, en el PRD no entienden, ya van por otro priísta para hacerlo líder, aunque termine por golpearlos... Pero es aún peor que manos criminales coloquen bombas caseras en patrullas de Tlalpan. Algo está mal en la ciudad modelo. Al tiempo


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