viernes, 6 de septiembre de 2013

Carmen Aristegui - Los espías del mundo

Estados Unidos, la gran potencia, ha sido pillada en falta.

Los escándalos desatados por las revelaciones de Edward Snowden, conocidos a través de diferentes reportes periodísticos, han colocado al gobierno de Barack Obama en la difícil e incómoda situación de tener que dar explicaciones.

El último capítulo, revelado el domingo pasado por la cadena de televisión O’Globo, ha exhibido al gobierno de Obama como responsable de prácticas de espionaje intensivo en contra de la presidenta brasileña Dilma Rousseff y del actual Presidente de México, Enrique Peña Nieto.





Ambos personajes han reaccionado de diferentes maneras frente al agravio. La presidenta Rousseff convocó de urgencia a una reunión de gabinete, exigió explicaciones rápido y por escrito. La primera respuesta que le fue enviada no la satisfizo y el propio ministro de Comunicaciones dijo, abiertamente, que la explicación norteamericana resultaba falsa. Se confirmó también que el motivo del espionaje a la carioca y su equipo era obtener información económica, comercial y sobre asuntos del petróleo para obtener –se entiende– ventajas indebidas en estas materias. El gobierno de Rousseff no se anduvo por las ramas. En estos momentos el gobierno de Dilma le exige a Obama que sea él personalmente quien explique a Brasil y a su Presidenta las razones por las cuales intervino sus comunicaciones. Le exige que lo haga por escrito y que lo haga esta misma semana. No sólo eso: ayer Dilma decidió cancelar el encuentro con Obama para fechas próximas. Sin medias tintas, la brasileña.

En el caso de Peña Nieto, lejos de aprovechar el mensaje que dio en Los Pinos, con motivo de su informe, al día siguiente de la revelación, optó por un tibio comunicado de su Cancillería, en el que ni siquiera se menciona que la persona espiada es el actual titular del Ejecutivo. El contraste tan fuerte con la postura brasileña hizo que el Gobierno de México subiera un poquito el tono de su postura. Pidieron al embajador que investigara lo revelado por medios internacionales y que compareciera. Hasta donde se sabe, no ha ocurrido tal cosa.

Finalmente, ayer se anunció que Peña Nieto hizo una llamada telefónica a Barack Obama para hablar del tema. No se conoce la duración de la llamada, ni el tono de la misma. Sólo se dijo que Obama se comprometía a investigar. Llama la atención que se haya elegido la vía telefónica cuando los dos mandatarios estaban cercanos físicamente uno del otro. La llamada se hizo desde San Petersburgo, cuando los dos mandatarios estaban ya en el mismo edificio.

Las revelaciones sobre el espionaje a Peña Nieto podrían parecer menores si se consideran los mensajes de texto dados a conocer como parte de lo espiado. Dos mensajes de texto en los que son citados nombres como Moreira, Jorge Corona, Juan Ramón Flores y Miguel Ángel González, en comunicaciones que según la diapositiva del informe ultrasecreto (“Filtración inteligente de datos: Estudio de los casos México y Brasil”) no resultan del todo comprensibles.

Lo relevante no está en el contenido de los mensajes. Lo relevante es que formaron parte de lo que se obtuvo –al ser aplicado en una operación especial, durante dos semanas contra Peña Nieto y nueve de sus colaboradores– con el programa SATC (“Programa para el Ciberespacio Seguro y Confiable de la Agencia Nacional de Seguridad”) identificado así en el documento original que sirvió de base para elaborar el programa especial de la televisión brasileña.

El documento, más que exponer grandes revelaciones producto de las intervenciones en los mensajes de los espiados, tiene como propósito mostrar las bondades y eficacias de la aplicación del sistema. Se habla, por ejemplo, de cuán eficaces han resultado los mecanismos de intervención. En una diapositiva se puede leer que, con su uso, es posible: “encontrar una aguja en un pajar de una manera eficiente y repetible”.

En el apartado “(U) Classification” se celebra abiertamente el éxito del sistema de espionaje. Se puede leer que la información que antes era imposible de obtener en esta ocasión fue interceptada. Se señala que el SATC fue capaz de aplicar técnicas de espionaje en contra de personas de gran relevancia en México y Brasil, con mecanismos que les permitieron lograr lo que antes no habían logrado.

¿Cuánta información obtuvieron sobre Peña Nieto, Rousseff y sus respectivos colaboradores los norteamericanos? ¿Qué hicieron con ella? ¿Usaron sólo por única vez ese programa o, ante la eficacia demostrada y presumida en el documento, han recurrido a él en nuevas ocasiones? ¿Cuántas agujas del pajar han encontrado con sus técnicas de espionaje intensivo? Nada de eso ha sido revelado. Aún.

Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/los-espias-del-mundo-1378453507

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