Nadie sabe a ciencia cierta (salvo el gabinete de Peña Nieto, por supuesto) qué es lo que nos espera, aunque las especulaciones en días recientes insisten en que hay muchas posibilidades de que se anuncie la aplicación del Impuesto al Valor Agregado, el famoso IVA, en alimentos y medicinas. Esta opción, dicen ya analistas financieros en radio y televisión, podría ser de 4 o 5 por ciento, lo que obligaría a que todos paguemos impuestos por la vía del consumo.
Este posible IVA lleva a sentimientos encontrados. Por un lado hay quienes lo celebran porque así se podría lograr que muchos ciudadanos que no están sujetos a cobros impositivos ahora paguen al estado cada vez que compren.
En ese mismo tenor hay quienes rechazan la medida porque aseguran que esta afectaría la ya de por sí precaria economía familiar. Que paguen los ricos, señalan.
Lo cierto es que cuando toco el tema de los impuestos con mis amigos que son contadores públicos, siempre me restriegan en la cara que los mexicanos somos de los ciudadanos del mundo que menos pagamos impuestos, algo que me recuerda a conocidos de otros países, quienes insisten en que ellos pagan cantidades enormes al fisco, pero a cambio reciben muchos servicios y prestaciones.
La verdad la conoceremos en un par de días. Peña Nieto presentará su iniciativa hacendaria. Entonces vendrá el verdadero debate… ¿y más manifestaciones?
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